Bajo Ulloa es uno de los autores más fascinantes, personales y abigarrados de la fauna-flora cinematográfica española. Parece mentira que alguien cuya vestimenta más característica es una camiseta de la selección brasileña y un pantalón pitillo haga gala, a su vez, de una sensibilidad lo suficientemente acusada como para pensar que, en el fondo, sería capaz de soltar una lagrimita ante la belleza de una luna reflejada en el mar. Cineasta antisistema por naturaleza y convicción, se encontró más cerca de formar parte del engranaje industrial de lo que se pudiera pensar (y a las pruebas me remito), pero, después de confirmarse con "La madre muerta" y romper taquillas con ese porro cinematográfico llamado “Airbag” (el conceto es el conceto) la frustración le retiró a sus aposentos para emerger con una de las propuestas más radicales (y con uno de los peores castings) del último cine español, “Frágil”. Se le ama o se le odia a unos niveles similares a los de otro autor personalista, Julio Medem, con el que comparte más de un prisma. Su ópera prima aún no superada (ains) es la asombrosa, fascinante y opresiva “Alas de mariposa”, una película de una hermosura y carga simbólica muy significativa en un debut. Vuela, mariposa, vuela.
Película deudora de “El espíritu de la colmena” en varias de sus aristas (y no sólo las más evidentes, como la niña-con-mirada), “Alas de mariposa” abre con una impresionante secuencia que desvela ya el conflicto esencial de la historia de Bajo Ulloa. Un abuelo que con su inquietante bastón marca el tempo de una familia anclada en el patriarcalismo durante el parto de su hija, de cuyo resultado reniega: maldición, es una niña. A partir de aquí, desde unas escenas iniciales de aparente familia feliz, poco a poco se van deshojando las capas de la cebolla, que en este caso es la frustración de Carmen por no haber tenido un hijo. Su marido, Gabriel, aunque en el fondo siente lo mismo, lucha contra ello y aparenta conformarse con lo que le ha tocado, una niña, Ami, de enormes ojos y obsesionada con dibujar mariposas, que un día de despiste asiste por error a la concepción del que finalmente será su hermanito menor: Carmen ya tiene lo que quiere. Ami aprende a marchas forzadas lo que significa la muerte (a través de su abuelo: un hombre menos en la familia), el abandono (a través de su madre) y la envidia (a través de su hermano), y toma una decisión trascendental consultada y elaborada con la almohada. Años después, la sorda confrontación de una andrógina Ami con su madre (cada discusión con ella es una cicatriz en su muñeca) acabará con una epifánica tragedia que, paradójicamente, llevará a las protagonistas al punto sentimental de inicio: un beso con pelo. La carga simbólica del filme es manifiesta durante todo el metraje, desde los dibujos de la Ami niña que reflejan su estado de ánimo hasta las figuritas sin alas de su adolescencia; desde el retrato de Jesús de quita y pon (la religiosidad de Gabriel) de la habitación de la niña hasta las sombras carcelarias de la habitación de la adolescente Ami. A rebufo de esto último es necesario destacar la fotografía de Aitor Mantxola, salpicada con unos profundos juegos de luces y sombras; igualmente remarcable es la banda sonora de Bingen Mendizábal, que acompaña adecuadamente el tono progresivamente opresivo y desapacible de la cinta. Bajo Ulloa filma tres cuartos de película en interiores, de tal manera que nos da la sensación de intemporalidad de la historia (acentuada por la decoración rural de la casa); no es hasta que Ami sale a la calle, y la aparición de Gorka, que respiramos un poco de aire fresco de exterior, y se nos revela que la época contextual es la nuestra, y que la familia se ha trasladado a la ciudad de Vitoria. Las interpretaciones de los actores principales son casi todas soberbias, con mención cum laude para Silvia Munt, que compone un personaje atormentado y sutilmente retorcido decisivo para rematar la atmósfera asfixiante de la casa; Fernando Valverde da con el tono propicio de su Gabriel, en continuo diálogo interior entre el amor hacia su hija y los deseos y el espíritu patriarcal que impregna la familia; la niña Laura Vaquero nos ofrece otra excelente pieza para la Galería de Niñas Inquietantes; y tan sólo la interpretación de Susana García (Ami adolescente) chirría un poco, aunque se percibe una mejora progresiva a medida que fluye el relato.
En resumen, una de las mejores operas primas del cine español contemporáneo, que se cierra tan prodigiosamente como se abre, con un hermosísimo plano en el que Ami y Carmen cierran el círculo con un nuevo embarazo. Que digo yo que más les vale que sea niño...
Película deudora de “El espíritu de la colmena” en varias de sus aristas (y no sólo las más evidentes, como la niña-con-mirada), “Alas de mariposa” abre con una impresionante secuencia que desvela ya el conflicto esencial de la historia de Bajo Ulloa. Un abuelo que con su inquietante bastón marca el tempo de una familia anclada en el patriarcalismo durante el parto de su hija, de cuyo resultado reniega: maldición, es una niña. A partir de aquí, desde unas escenas iniciales de aparente familia feliz, poco a poco se van deshojando las capas de la cebolla, que en este caso es la frustración de Carmen por no haber tenido un hijo. Su marido, Gabriel, aunque en el fondo siente lo mismo, lucha contra ello y aparenta conformarse con lo que le ha tocado, una niña, Ami, de enormes ojos y obsesionada con dibujar mariposas, que un día de despiste asiste por error a la concepción del que finalmente será su hermanito menor: Carmen ya tiene lo que quiere. Ami aprende a marchas forzadas lo que significa la muerte (a través de su abuelo: un hombre menos en la familia), el abandono (a través de su madre) y la envidia (a través de su hermano), y toma una decisión trascendental consultada y elaborada con la almohada. Años después, la sorda confrontación de una andrógina Ami con su madre (cada discusión con ella es una cicatriz en su muñeca) acabará con una epifánica tragedia que, paradójicamente, llevará a las protagonistas al punto sentimental de inicio: un beso con pelo. La carga simbólica del filme es manifiesta durante todo el metraje, desde los dibujos de la Ami niña que reflejan su estado de ánimo hasta las figuritas sin alas de su adolescencia; desde el retrato de Jesús de quita y pon (la religiosidad de Gabriel) de la habitación de la niña hasta las sombras carcelarias de la habitación de la adolescente Ami. A rebufo de esto último es necesario destacar la fotografía de Aitor Mantxola, salpicada con unos profundos juegos de luces y sombras; igualmente remarcable es la banda sonora de Bingen Mendizábal, que acompaña adecuadamente el tono progresivamente opresivo y desapacible de la cinta. Bajo Ulloa filma tres cuartos de película en interiores, de tal manera que nos da la sensación de intemporalidad de la historia (acentuada por la decoración rural de la casa); no es hasta que Ami sale a la calle, y la aparición de Gorka, que respiramos un poco de aire fresco de exterior, y se nos revela que la época contextual es la nuestra, y que la familia se ha trasladado a la ciudad de Vitoria. Las interpretaciones de los actores principales son casi todas soberbias, con mención cum laude para Silvia Munt, que compone un personaje atormentado y sutilmente retorcido decisivo para rematar la atmósfera asfixiante de la casa; Fernando Valverde da con el tono propicio de su Gabriel, en continuo diálogo interior entre el amor hacia su hija y los deseos y el espíritu patriarcal que impregna la familia; la niña Laura Vaquero nos ofrece otra excelente pieza para la Galería de Niñas Inquietantes; y tan sólo la interpretación de Susana García (Ami adolescente) chirría un poco, aunque se percibe una mejora progresiva a medida que fluye el relato.
En resumen, una de las mejores operas primas del cine español contemporáneo, que se cierra tan prodigiosamente como se abre, con un hermosísimo plano en el que Ami y Carmen cierran el círculo con un nuevo embarazo. Que digo yo que más les vale que sea niño...
6 comentarios:
Fantástico el arranque de la película, en el hospital; el abuelo espera en un largo pasillo oscuro y largo, golpeando con su bastón el suelo, impaciente; la enfermera sale y comunica al hombre que tiene una nieta; éste se levanta y, sin decir palabra, se aleja por el pasillo a lo lejos mientras la enfermnera, sin entender nada, reclama su presencia en la sala para conocer a la niña.
Aunque en muchos momentos la película evidencia su condición de ópera prima, por la torpe resolución de alguna escena y situación, la secuencia final es magistral y desgarradora, a la vez que irónica, pues un niño deseado separó a ambas mujeres, y quizás ahora el fruto de una violación las empiece a reconciliar.
La relación madre -hija está contada magistralmente, y a ello ayuda la excelente creación de Silvia Munt (Goya a la mejor actriz por este papel) y la joven actriz revelación Susana García.También destacados en papeles secundarios Tito Valverde (el padre), Txema Blasco (el abuelo), y la niña Laura Vaquero, de inquietante mirada.
¿¿Que ha sido de ese Ulloa???
No he visto esa pelicula, pero ahora me has dejado el gusanillo....la tendran en los video clubs me imagino.
Saluditos de tu amigo Conejín ·<;0)
P.D. Ayer fué mi santo y no me felicitaste...sniffff...snifffff
http://www.espacioblog.com/petitlapin/post/2007/02/12/san-conejin#c1674589
Felicitaciones, conejín. Ojalá consiguiéramos abrir el conejillo por cada película que comentamos
JR, la apertura y el cierre del filme son excepcionales. lo cierto es que se me olvidó anotar, efectivamente, el hecho de que se nota que es una opera prima en algunos casos, véase el sueño de Carmen, absolutamente innecesario. Desconozco qué tiene Ulloa ahora entre manos, después de esa inclasificable y fallida "Frágil", pero espero que siga haciendo cine por el bien de todos.
Pufff, la de años que han pasado desde que vi esta película... y es que la vi en el cine y no he vuelto a verla, y a pesar de todo, recuerdo perfectamente la sensación de opresión y tristeza que me causó, que salí del cine con un nudo en la garganta.
No se que es lo que ha pasado con Juanma Bajo Ulloa, uno de los directores que más prometían con su debut, así como con su siguiente película. Una carrera extraña, la suya. Tengo que ver Frágil, que la tengo pendiente.
Bajo Ulloa no es un tipo fácil, me da la impresión. Quizás el taquillazo de "Airbag" le hizo más bien que mal, puesto que se le encasilló en un tipo de cine gamberro que, en realidad, no es el que mejor le representa, visto lo visto. Supongo que la frustración de "El capitán trueno" fue demasiado para él,y decidió radicalizar una postura antisistema que le llevó a una marcianada como "Frágil", una película que, desde luego, no deja indiferente.
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