India, siglo XIX: Estamos en un mercado, lleno de colorido y exotismo, con sus fakires, sus cobras, escorpiones.... Pasamos al interior de un despacho, donde un hombre está escribiendo. Una gota de agua cae sobre el papel, y pasa el secante. Una repentina corriente de aire mueve el fuego de la vela. De repente, una voz suena en la oscuridad y un mendigo aparece tambaleándose: “He vuelto”- murmura. Poco a poco se va acercando al hombre que escribe, que no le reconoce, y empieza a explicar su historia , que pasó “hace tres veranos y miles de años”
Así empieza El hombre que pudo reinar. Cine de aventuras en su estado mas puro. Nadie mejor para ello que el mas aventurero de los directores, John Huston. Huston ya hacía tiempo que quería llevar a cabo el proyecto, pero no acababa de encontrar los actores adecuados; se sugirieron nombres tan distintos como Spencer Tracy y Clark Gable o Robert Redford y Paul Newman, pero el director insistía en que debían de ser británicos. Y así, finalmente, (divina cabezonería) se llegó a Michael Caine y Sean Connery. La elección no pudo ser más acertada; los dos están perfectos en sus papeles de ex-militares acostumbrados a meterse en jaleos de todo tipo, pero capaces de respetar a un compañero masón o de cumplir un contrato redactado en el mas puro estilo de los hermanos Marx (la parte contratante de la primera parte....).
Casi, casi imitando a los ocupantes de la Enterprise, Dravot (Connery) y Carnehan (Caine) se adentran en un territorio “donde ningún hombre (blanco, of course) ha estado antes”. Su intención es tan simple como brillante: aprovechando que Kafiristán está divida en multitud de tribus enfrentadas, se ofrecen a instruir a un poblado para llevarlo a la batalla y así conseguir una buena parte del botín, además de tener la posibilidad de coronarse como uno más de los muchos reyes del país.
La suerte y el destino tienen mucha importancia en la historia, y gracias a ello tomarán a Dravot como el sucesor de Alejando Magno, que les invadió hace muchos años, y a quien creen un dios. (Como ellos mismos dicen “si lo hizo un griego podemos hacerlo nosotros“). Comprendiendo que eso puede resultar muy provechoso para sus propósitos, de esa manera consiguen agrupar una multitud de pueblos bajo su mando, y un enorme ejército. Todo es mucho mejor de lo que pensaban.
Pero estamos hablando de Huston, si fueran unos ganadores no le habrían interesado. Los problemas vienen cuando Danny se empieza a creer que es un dios de verdad, eso hace peligrar su amistad con Peachy, hasta que la gente descubre que es un hombre como ellos.
Impresionante ver como se enfrentan a la muerte estos granujillas, que saben que han hecho muchas cosas malas... pero que les quiten lo bailado. Ellos plantarán cara a lo que sea, con una carcajada o con un baile, sencillamente porque ha valido la pena.
Rodada en Marruecos, la música de Maurice Jarre tiene tanto aires de nostálgica marcha militar (precioso tema principal), como de música exótica. Las pinceladas de humor tampoco faltan, causadas sobre todo por las diferencias culturales, que aunque les causan extrañeza, son aceptadas y respetadas (a excepción de la de mear río abajo, supongo).
Kipling (Cristopher Plummer) ha acabado de escuchar la historia de Peachy. Ha llegado el momento de escribir, así que ¡De frente! ¡Maaarchen!
Así empieza El hombre que pudo reinar. Cine de aventuras en su estado mas puro. Nadie mejor para ello que el mas aventurero de los directores, John Huston. Huston ya hacía tiempo que quería llevar a cabo el proyecto, pero no acababa de encontrar los actores adecuados; se sugirieron nombres tan distintos como Spencer Tracy y Clark Gable o Robert Redford y Paul Newman, pero el director insistía en que debían de ser británicos. Y así, finalmente, (divina cabezonería) se llegó a Michael Caine y Sean Connery. La elección no pudo ser más acertada; los dos están perfectos en sus papeles de ex-militares acostumbrados a meterse en jaleos de todo tipo, pero capaces de respetar a un compañero masón o de cumplir un contrato redactado en el mas puro estilo de los hermanos Marx (la parte contratante de la primera parte....).
Casi, casi imitando a los ocupantes de la Enterprise, Dravot (Connery) y Carnehan (Caine) se adentran en un territorio “donde ningún hombre (blanco, of course) ha estado antes”. Su intención es tan simple como brillante: aprovechando que Kafiristán está divida en multitud de tribus enfrentadas, se ofrecen a instruir a un poblado para llevarlo a la batalla y así conseguir una buena parte del botín, además de tener la posibilidad de coronarse como uno más de los muchos reyes del país.
La suerte y el destino tienen mucha importancia en la historia, y gracias a ello tomarán a Dravot como el sucesor de Alejando Magno, que les invadió hace muchos años, y a quien creen un dios. (Como ellos mismos dicen “si lo hizo un griego podemos hacerlo nosotros“). Comprendiendo que eso puede resultar muy provechoso para sus propósitos, de esa manera consiguen agrupar una multitud de pueblos bajo su mando, y un enorme ejército. Todo es mucho mejor de lo que pensaban.
Pero estamos hablando de Huston, si fueran unos ganadores no le habrían interesado. Los problemas vienen cuando Danny se empieza a creer que es un dios de verdad, eso hace peligrar su amistad con Peachy, hasta que la gente descubre que es un hombre como ellos.
Impresionante ver como se enfrentan a la muerte estos granujillas, que saben que han hecho muchas cosas malas... pero que les quiten lo bailado. Ellos plantarán cara a lo que sea, con una carcajada o con un baile, sencillamente porque ha valido la pena.
Rodada en Marruecos, la música de Maurice Jarre tiene tanto aires de nostálgica marcha militar (precioso tema principal), como de música exótica. Las pinceladas de humor tampoco faltan, causadas sobre todo por las diferencias culturales, que aunque les causan extrañeza, son aceptadas y respetadas (a excepción de la de mear río abajo, supongo).
Kipling (Cristopher Plummer) ha acabado de escuchar la historia de Peachy. Ha llegado el momento de escribir, así que ¡De frente! ¡Maaarchen!
4 comentarios:
Gran película y, probablemente, el último gran clásico del cine de aventuras. Caine y Connery están inmejorables interpretando a este par de irresistibles pícaros.
Ya no se hacen películas como esta!
Cierto que tal vez sea el último gran clásico de aventuras, porque pocas tienen ese sabor de aventuras de verdad, Indiana está muy bien, pero es un homenaje.
Caine es la película de que se siente más orgulloso. Conseguir escenas como la de Connery cantando en el puente en otro podrían haber quedado ridículas, pero gracias a ellos se convierten en impresionantes.
Y es que si os dais cuenta, Connery protagonizó en los 70 las tres mejores películas de aventuras de esa década; "Robin y Marian", "El hombre que pudo reinar" y "El viento y el león". A ver donde se hacen ahora películas como éstas.
Y que decir de el final de "El hombre que pudo reinar", el momento en el que Connery, después de pedir perdón por todo a Michael Caine y recibir la mas hermosa declaración de amistad por parte de éste se dirige cantando y sin miedo a la muerte…porque como bien dice, "de que vale ser rey si no se puede cantar".
Maravilloso!!!!
Cierto que Connery está majestuoso en la escena del puente y en su despedida a Carnehan. Pero no es menos memorable la escena en la que se quedan aislados por la nieve y hacen balance a su vida, consiguiendo escapar gracias a la sonora carcajada de Dravot. Si hay algo en común en El hombre que pudo reinar y Robin y Marian es el sentimiento de ser unos héroes fuera de su tiempo; la India se les ha hecho pequeña a Dravot y Connery, ya es un lugar de burócratas, no la que conocieron, y en Sherwood Robin ya es más una leyenda que otra cosa. Pero si a tu lado tienes a un amigo como Caine o una mujer como la maravillosa Audrey, todo ha valido la pena.
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