La ciencia ficción puede tener contenidos filosóficos(2001, Blade runner), de terror (Alien), o de simple aventura espacial (Star wars).... pero a veces (muy pocas) también puede no ser nada de ello, y ser totalmente original, como Doce monos.
Que Terry Gilliam es un visionario, ya lo habíamos descubierto en Brazil o El rey pescador, y aquí lo volvió a confirmar. Su forma de presentar el futuro es tan opresiva, delirante e imaginativa como en Brazil, sin necesidad de utilizar grandes efectos especiales. Todos somos controlados y vigilados: el Gran Hermano nos observa.
Desde 2035 se manda al pasado a James Cole (Bruce Willis) para que investigue las causas que acabaron con la vida de la humanidad como la conocemos. No, no nos encontramos en Terminator, ni Cole es Schwarzenegger; los viajes al pasado tienen muchos fallos y el protagonista acaba en un sanatorio mental, donde conoce a uno de los enfermos, Jeffrey Goines (Brad Pitt).
El hecho de que Gilliam usara a dos megastars como Willis y Pitt en un proyecto tan atípico fue todo un acierto, y los dos consiguieron una de sus mejores interpretaciones. Willis, contenido y vulnerable (preciosa la escena en la que está a punto de llorar al oír Bluberry hill por la radio y poder oler el aire fresco -¿quien dijo que los action men no lloran?-), aunque duro cuando hace falta, pero sin Yippee-ki-yays; frente a un desquiciado e hiperactivo Pitt, gesticulando mas que Jim Carrey, que hasta nos hace olvidar lo guapo que es.
El discursito anticonsumista de Pitt ya nos preparaba para Tyler Durden, y la manera de presentar la locura como único escondite posible para la cordura es muy atractiva; cada vez se van haciendo mas difícil distinguir los límites que separan a una de otra, y Cole empezará a pensar que es “mentalmente divergente”, eso haría todo mas sencillo y que todo encajara y podría disfrutar de una estancia en los Cayos de Florida, que es lo que al fin y al cabo queremos todos.
La manera en que se usa Vertigo es maravillosa y muy apropiada, no un simple homenaje sin mas. A la que Cole ve a Katrhyn (Madeleine Stowe), después de quedarse dormido mientras proyectaban la película de Hitchcock, y la encuentra teñida de rubio, mientras suena la música de Tristan e Isolda de fondo, es como si ella saliera, no de entre los muertos, pero si del interior de la pesadilla que le ha perseguido de pequeño. “Siempre supe que eras tú” .Por un momento, pasado y presente se juntan. Lo que no saben es que ellos mismos han estado creando el futuro que intentan combatir, y que sus esfuerzos por cambiarlo serán un fracaso.
Los doce monos se convierte en un gran McGuffin, como lo fue Rosebud, por ejemplo; en realidad lo que menos importa es lo que significan, sino todo lo que se explica, y como. Esta es una película que se ha de ver mas de una vez, siempre aparecerán detalles que habían pasado desapercibidos en otras ocasiones. Ah! Y por si fuera poco, tanto Brad como Bruce muestran sus gloriosos traseros ¿no es aliciente suficiente?
La próxima vez que cojáis el teléfono, pensadlo dos veces antes de contestar.
Que Terry Gilliam es un visionario, ya lo habíamos descubierto en Brazil o El rey pescador, y aquí lo volvió a confirmar. Su forma de presentar el futuro es tan opresiva, delirante e imaginativa como en Brazil, sin necesidad de utilizar grandes efectos especiales. Todos somos controlados y vigilados: el Gran Hermano nos observa.
Desde 2035 se manda al pasado a James Cole (Bruce Willis) para que investigue las causas que acabaron con la vida de la humanidad como la conocemos. No, no nos encontramos en Terminator, ni Cole es Schwarzenegger; los viajes al pasado tienen muchos fallos y el protagonista acaba en un sanatorio mental, donde conoce a uno de los enfermos, Jeffrey Goines (Brad Pitt).
El hecho de que Gilliam usara a dos megastars como Willis y Pitt en un proyecto tan atípico fue todo un acierto, y los dos consiguieron una de sus mejores interpretaciones. Willis, contenido y vulnerable (preciosa la escena en la que está a punto de llorar al oír Bluberry hill por la radio y poder oler el aire fresco -¿quien dijo que los action men no lloran?-), aunque duro cuando hace falta, pero sin Yippee-ki-yays; frente a un desquiciado e hiperactivo Pitt, gesticulando mas que Jim Carrey, que hasta nos hace olvidar lo guapo que es.
El discursito anticonsumista de Pitt ya nos preparaba para Tyler Durden, y la manera de presentar la locura como único escondite posible para la cordura es muy atractiva; cada vez se van haciendo mas difícil distinguir los límites que separan a una de otra, y Cole empezará a pensar que es “mentalmente divergente”, eso haría todo mas sencillo y que todo encajara y podría disfrutar de una estancia en los Cayos de Florida, que es lo que al fin y al cabo queremos todos.
La manera en que se usa Vertigo es maravillosa y muy apropiada, no un simple homenaje sin mas. A la que Cole ve a Katrhyn (Madeleine Stowe), después de quedarse dormido mientras proyectaban la película de Hitchcock, y la encuentra teñida de rubio, mientras suena la música de Tristan e Isolda de fondo, es como si ella saliera, no de entre los muertos, pero si del interior de la pesadilla que le ha perseguido de pequeño. “Siempre supe que eras tú” .Por un momento, pasado y presente se juntan. Lo que no saben es que ellos mismos han estado creando el futuro que intentan combatir, y que sus esfuerzos por cambiarlo serán un fracaso.
Los doce monos se convierte en un gran McGuffin, como lo fue Rosebud, por ejemplo; en realidad lo que menos importa es lo que significan, sino todo lo que se explica, y como. Esta es una película que se ha de ver mas de una vez, siempre aparecerán detalles que habían pasado desapercibidos en otras ocasiones. Ah! Y por si fuera poco, tanto Brad como Bruce muestran sus gloriosos traseros ¿no es aliciente suficiente?
La próxima vez que cojáis el teléfono, pensadlo dos veces antes de contestar.
8 comentarios:
Vosotros habéis escuchado una denuncia formulada por una supuesta “Sinfonia” en donde publica su correo, ella entra en los blogs como toda una espamer y publica lo siguiente; “Tengo pruebas, en forma de e-mails de que Gregorio Verdugo intercambia votos.. solo tenéis que perdirmelas: sinfoniadecolor@yahoo.es” Debo contarles que la denuncia por “Sinfonia” es una estrategia. Ella si realiza las denuncia, pero al escribirle a ella te propone un grupo de votación anti-Verdugo, anti-Duilio, anti-Escribir es vivir y cualquier otro que se le acerque. Quiero denunciarla públicamente, “Ella” hace intercambios de votos en una supuesta cruzada honesta, el correo fue creado por ella ya que no podía poner su correo original. Con esta trampa de supuesta mujer maravilla tiene un grupo grande de votantes con los cuales intercambia votos todos los días.
Te agradezco la información, pero afortunadamente no hemos recibido spam de nadie,aunque he leido los comentarios. Yo personalmente no puedo decir absolutamente nada acerca de Gregorio Verdugo ni de Sinfonia, pues no hemos recibido ninguna comunicación de ninguno de los dos.
La película es magnífica y es que Gilliam posee una imaginarium único, y la historia es atrapadora de principio a fin.
Gracias por recordarla con tan excelente reseña.
Saludos
Pues muy buena pregunta, Betote, gustándote todos ellos creo que la película te encantará. Te aseguro que habrás visto pocas como ella.
Gracias a usted, doctor, por leernos.
Otra de las maravillas con las que nos ha obsequiado Gilliam a lo largo de su carrera.
Gilliam es un deconstructor de fórmulas que ha sabido construírse (al igual que Tim Burton) un mundo propio, deformando y amplificando patrones ajenos, en el que se mueve como pez en el agua y cuya contundencia le hace merecedor (siempre bajo mi punto de vista), con toda justicia, del calificativo de genio.
"Quizá la raza humana merezca ser exterminada". "¿Exterminar a la raza humana?. Es una idea genial". Este diálogo entre Bruce Willis y Brad Pitt en el psiquiátrico donde, por error, es internado el primero expone, de la manera más visceral posible, las intenciones de la película. "12 monos" es, entre otras muchas cosas la alegoría apocalíptica más escalofriante que se ha podido ver en décadas.
Sin concesiones, de la manera más directa posible y recargando el ambiente de un profundo poso de amargura que ni tan siquiera la mirada inocente de un niño (la que abre y cierra el film) es capaz de paliar, "12 monos" plantea, básicamente, dos puntos que redondean y complementan sus raíces apocalípticas.
Primero, el psiquiátrico como metonimia social. No es gratuito que uno de los bloques del film se desarrolle, íntegramente, en los intramuros de un manicomio ya que es aquí donde Gilliam da rienda suelta a toda su misantropía. La institución es fría, sucia, repleta de luces y sombras y en la que los enfermos son acinados en una sala a fin de que vaguen entre sus propios fantasmas internos; es decir, la exposición clara y diáfana de una sociedad enferma, acosada por sus propias ansias de inmolación aunque, paradójicamente, se haya aferrado a la vida. El concepto de "mentalidad divergente" que tan recurrente resulta a lo largo del film y que tiene su origen en el parlamento de un enfermo, define esta paradoja humana, define la situación de una raza necia, pese a su inteligencia; capaz de las mayores atrocidades posibles, muy a pesar de promulgar el bien común; capaz de destruírse a sí misma, aunque quiera disfrutar de la vida. La única distracción de los enfermos se encuentra en un viejo aparato de televisión en el que, contínuamente, se emiten anuncios o telediarios. Vale la pena detenerse ante ello.
Los anuncios como clave del bombardeo consumista, muestra evidente de una sociedad hueca, que relega al hombre a un estado vegetativo cuya mayor preocupación reside en adquirir el mayor número de objetos posible para entrar en un falso concepto de bienestar. El personaje interpretado por David Morse llega a decir, en un momento dado, que el lema del Homo Sapiens es "vamos de compras"; pocas veces ha quedado tan evidenciada la idiotización del ser humano como aquí.
Los noticiarios, por su parte, exteriorizan la insensibilidad a la que la sociedad se ha ido encaminando a fuerza de provocar y digerir la violencia. Esto, a su vez, actúa de forma catártica, ya que los personajes que pueblan el film pueden estar pendientes del estado de un niño presuntamente caído al interior de un pozo y liberar su angustia contenida. Angustia que no hace acto de presencia ante las cruentas imágenes de cualquier conflicto bélico que, de forma harto habitual, son ofrecidas por los medios de comunicación o, más concretamente y entrando de lleno en el film, la amenaza que supone la contínua destrucción del planeta y a la que todos responden con la más clamorosa indiferencia.
Segundo, la ciencia como detonante del fin. Ésto que, a priori, puede aparecer como un elemento un tanto reaccionario, es tratado por Gilliam de la manera más sutil posible. 12 monos no realiza un clamor en contra de unos avances científicos absolutamente necesarios, pero sí ironiza sobre ellos, estableciendo unos límites que no se vinculan directamente a la experimentación, sino a la egolatría de sus autores. Brad Pitt exclama, iracundo, en el psiquiátrico: "Mi padre es Dios y yo venero a mi padre", frase capital para entender la posición del film con respecto a este tema: la apropiación de las características divinas (creación, destrucción) por parte de seres humanos, no sólo está definiendo la inteligencia intrínseca en el propio Hombre, sino (entrando nuevamente en la paradoja) el peligro que existe cuando es el ser humano quien posee en sus manos semejante poder. La ironía de Gilliam en boca de Brad Pitt (estupendo en la película, por cierto), se deshace de sobados maniqueísmos pseudoteológicos y saca a la superficie la maldad natural latente en la Humanidad.
Extrema y mordaz en su crítica, perfecta en su estructura narrativa y absolutamente genial en todos y cada uno de sus aspectos visuales, "12 monos" representa la apertura de un sinfín de vías cinematográficas que aún no han tenido continuación. Quizá la culpa de ello la haya tenido el extremo maltrato al que el film fue sometido en su estreno. O, también, quizá sea debido a que esta película de Terry Gilliam posee tal nivel de excepcionalidad que, irremediablemente, nazca y muera en sí misma.
Todo un acierto el recordar esta película, una de mis favoritas contemporáneas. Gracias Alicia.
Al contrario, JR, no tienes que darme gracias de nada. Como ya te he dicho en alguna ocasión, tus comentarios son un auténtico lujo
Pues después del completísimo y muy interesante comentario de JR, poco puedo añadir. Tú sabes, Alicia, que Doce Monos es una película que me gusta mucho. Recuerdo que cuando se estrenó las críticas, en general, no fueron muy buenas, pero a mi me entusiasmó. Es una de esas películas que te atrapan desde el primer fotograma y no te sueltan hasta el final (al menos a mi). Durante días no pude quitármela de la cabeza y, por eso, volví al cine a verla en menos de una semana.
Y tienes razón, Alicia, cada vez que la ves encuentras algún detalle del que no te habías dado cuenta antes.
Genial película.
Lo que tiene de bueno Doce monos, Laura, es que es prácticamente inclasificable ¿ciencia-ficción? ¿alegoría política? ¿historia de amor? Es todo eso y mucho mas.
Publicar un comentario