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EL PRESTIGIO, DE ORSON WELLES



Es curioso que a dos genios de personalidades y estilos tan profundamente dispares como los de Woody Allen y Orson Welles les una su fascinación por el mundo de la magia, hasta el punto de ser poco menos que una vocación frustrada. No tanto, sin embargo, en el caso del gran Orson. En 1943, en plena guerra, produce y protagoniza un espectáculo de ilusionismo llamado "The Mercury Wonder Show", como ayuda a la Sociedad de Asistencia a la Guerra, en el que tuvo como víctimas ilustres de sus trucos a gente como Joseph Cotten o Marlene Dietrich (nosotros tuvimos a Marta Sánchez: ande irá a parar. "Soldados del amor". La madre que me parió). Este último, entre otros, fue trasladado a la gran pantalla en la película propagandística "Sueños de gloria" un año después, y arriba tenéis la prueba. Por cierto, que el número lo iba a hacer originalmente una tal Rita Hayworth, pero la Columbia la amenazó con denunciar la exclusividad de su contrato. ¿Tenían miedo de que hubieran tenido una discusión de pareja y Welles la cortase en dos de verdad?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Alberto Q.
www.lacoctelera.com/traslaspuertas

jajaja, no creo que tuvieran miedo de Welles porque sabían que en el fondo era un bromista.

El mundo de la magia en el cine ha sido tratado de manera muy dispar pero ni Allen ni Welles lo han hecho nada mal en sus referencias...

Saludos

marcbranches dijo...

De hecho, en Allen la magia ha sido una constante de buena parte de su filmografía: "Alice", "Sombras y niebla", "Edipo reprimido" (el episodio de "Historias de N. York"), "La maldición del Escorpión de Jade", "Scoop"...


¡Madagascar! ¡Constantinopla!

Josep dijo...

¡Buenísimo este hallazgo!

Nunca me había fijado en lo que dices de Allen, pero es cierto.

No me extraña la fascinación, ya que el cine no deja de ser mágico desde el momento en que presenta como real algo que no lo es.

Creo que el interés de los documentales "como se hizo" es parejo al interrogante que despierta un buen número de magia.

Saludos.

marcbranches dijo...

Tanto Allen como Welles se sintieron fascinados por la magia de pequeños; supongo que la relación con el cine está más allá de la frase tópica "la magia del cine", y en sus casos se plasmó literalmente, para regocijo de todos nosotros. En aquella obra que reseñé hace algún tiempo, en la que Josep Maria Pou representaba a un avejentado Welles, se señalaba explícitamente el amor de Orson por la magia. Y a fin de cuentas, ¿qué era Rosebud sino un buen truco de prestidigitación (nada por aquí, un trineo por allá)?

 
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