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Weblog dedicado al mundo del cine, tanto clásico como actual. De Billy Wilder a Uwe Boll, de Ed Wood a Stanley Kubrick, sin distinciones. Pasen, vean y, esperemos, disfruten. Si no es así, recuerden que NO han pagado entrada.
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... ÉL DICE


Maldita sea. Sábado por la noche y no hay liga: la selección juega un partido de clasificación el miércoles, así que no hay jornada hasta la semana que viene. Venimos de comer en casa de sus padres, y el peso de las indirectas lanzadas, durante la interminable sobremesa, sobre los trascendentes asuntos de estado a) “pa-cuándo-es-la-boda”, y b) “me-apetece-ser-abuela-qué-tienes-que-decir-al-respecto”, ha afectado seriamente a mis cervicales. Necesito una noche tranquila y de relax. Como a ella le apetecía salir, he tenido que negociar duramente para quedarnos hoy en casa a ver una película. Resultado de la negociación: ella, 1, yo, 0. Uséase, una derrota digna. El sábado que viene me tragaré el musical de moda, “Bollywood Boulevard”, inspirado en un largometraje de cuando Di Stefano tenía pelo, de un tal Billy Wilding, o Willer, o algo así. No quiero ni pensarlo, así que vamos al videoclub de cajero, después de esperar una hora a que se vista y maquille, a pesar de que el videoclub está a 3 minutos de reloj.

Empieza el espectáculo. Como soy un hombre y tengo ventaja tecnológica genética, siempre soy yo el que maneja el videocajero; la única vez que ella lo intentó, montó tal escabechina que los de Videobank tuvieron que resetear el programa. En Atlanta. Aún así, ella se empeña en pegarse a mi lado, como si fuésemos una ósmosis, e interrumpe continuamente mi dinámico y grácil manejo de los botones (por cierto, que casi me meto en la sección porno. La costumbre. Se hubiese montado la de dios si ve que casi todas las películas de ese apartado están “Ya vistas”) con preguntas y acotaciones del tipo “esta la vimos con tus primos de la Alpujarra, ¿no?” o “¿este actor no es el que sale en aquella que él es un escritor famoso que se enamora de aquella, sí hombre, que está casada con aquel de los pelos largos, cómo se llama, buenodaigual, que él se va al campo a escribir y tiene un lío con la ingeniero agrónoma, pero viene su hermana que es enfermera y...?”. Mi respuesta es categórica, elaborada y precisa -“mmm... no sé”- y sigo pasando películas. La decisión final queda entre dos opciones: “Impacto criminal 4” y “Todas se casan menos yo”. El musical hindú ese ha de ser la hostia, porque nos acabamos llevando (con el recargo de un euro por estar más de diez minutos utilizando el cajero) “Impacto criminal 4”.

De puta madre. Lo voy a pasar de coña: “IC 4”, la última de Eric Banner, el rey de la acción hollywoodiense, un peazo de armario ropero de origen lituano (su auténtico nombre es Rimas Banerikadimaitis, pero se lo cambiaron a Eric Banner porque no había manera de encajar su apellido en los carteles de sus películas), cinturón platino de kick-boxing (eso es un deporte, y no la mariconada esa de la capoeira) que da unos fostiones del copón bendito. Me he visto todas sus pelis, a cual mejor. Me saco una cerveza de la nevera -“0,0, por supuesto, cari”- y me preparo para el espectáculo. Nada más empezar la peli, y justo después de los créditos (durante los que ella pregunta “¿pero no salen mujeres en esta película?”), Eric vuela un almacén de armas ilegales y se ventila, con la única ayuda de un tenedor de comida de avión, a 17 esbirros coreanos con muy mal café. Joder, esto promete. Aunque ella ofrece ciertas señales de no compartir mi entusiasta opinión: ¿no podía elegir otro momento para cambiarle la música al móvil? ¿Y era necesario elegir una de La Oreja de Van Gogh, que cada vez que los oigo me dan ganas de convertirme en el sr. Rubio? Bastante humillación es ya tener que soportar hieráticamente que la pantalla de su móvil esté presidida por una foto del jodido Duque. Con el torso desnudo.

A ver. Siempre acusándome de que me falta sensibilidad, que tengo la emotividad de una palangana. Y ella, impertérrita ante la escena más conmovedora de “IC 4”, esa en la que Eric Banner se ve obligado a matar a su amigo de la infancia, que ha resultado ser un traidor que les pasaba información de Banner a los terroristas coreanos; Eric le acribilla con una AK-47 en medio de un aterrador grito de rabia, en una escena slow-motion (se nota que leo el Cinemanía) mientras unos espectaculares flash-back en blanco y negro de las correrías infantiles de los amigos van pasando por la pantalla. Se te ponen los pelos como un colchón de fakir, pero al buscar una complicidad sentimental en ella me encuentro, como toda respuesta, un bostezo leonino. Ni siquiera reacciona cuando Eric, un hombre como Dios manda, se cepilla a la neumática neurocientífica, al final de la cual entran unos charlies en la habitación de Eric y la decapitan, desnuda, con un espadón más grande que el lavavajillas. Esta escena me pone cachondo (la del polvo, no la de la decapitación, no soy un degenerado) y le acerco, inopinadamente, una mano al muslo; la ternura de su mirada sólo es comparable a la de Terminator, así que desisto ipso facto. Hoy también.

No importa: la escena final de “IC 4”, con Eric Banner desbocado y dejando un reguero de sangre y vísceras de coreano que me aceleran la adrenalina hasta la taquicardia, es descomunal, atroz, vibrante, y rematada con el golpe final de Eric: una patada voladora con flip-flap y doble rondada, inventada por él y marca característica de la saga, que parte la rabadilla del jefe terrorista por catorce partes distintas. Nada más aparecer el “The end”, y mientras yo todavía estoy con tal sublimación testosterónica que me dan ganas de hacerme unos nunchakus con un trapo de cocina y esos dos horribles pingüinos de madera que nos trajo su suegra de su viaje del Imserso a Fuerteventura (ya me dirás tú la relación que hay entre los pingüinos y las Canarias), ella escupe un “¿qué, nos vamos a la cama de una vez?” pleno de hastío que agacharía las orejas del mismísimo Chuck Norris (ese hombre). Así que me levanto, me pongo la parte de arriba del chándal y, pateando culos de coreanos imaginarios durante el camino, me acerco al videocajero a devolver la película. Y, de paso, echo un vistazo a ver si está libre “No es país para guarras”; con un poco de suerte, cuando vuelva ella se habrá dormido.

7 comentarios:

alguien dijo...

Grandísimo. Plas plaas plas, cómo me he reído y eso que estoy en clase xDDDD. Saludos! ^^

Anónimo dijo...

Je, je , je ¡qué guardado te lo tenías, Marcbranches! ¡Anda que no eres cabroncete!...y encima disimulas poniendo en la etiqueta "ciencia-ficción".
¡Hombre, quien más quien menos no debe ser hipócrita y asumir que alguna vez uno mismo ha sido clavado a ese tipo!....Alicia, dice verdad, con aquello de que los tíos somos de Marte y las tías de Venus, porque llega un domingo y se plantan en el salón de tu casa los amiguetes. Se empieza con el partido, arremojado de guisquis y demás, se sigue con la peli de "acción"....y no se sabe cómo llega a terminar la cosa....Bueno, sí.
Aplausos para los dos por esas magníficas "situaciones reales". Ah, me olvidaba, con esto del cambio climático no es rara la combinación Canarias-pingüinos.
Un abrazote.

marcbranches dijo...

Buenobuenobueno, que diría Jesús Puente. De lo que se trataba era de reírse de los tópicos un poco, a través del cine, y divertir a la gente. Gracias, Guardián, por leerme durante la clase (aunque así no haremos hombres de provecho). Anro, todos los relatos que escribimos (bueno... tres...) tienen esa etiqueta, "ciencia-ficción"; todos hemos tenido nuestros momentos testosterónicos, en pleno conflicto con el cromosoma XX, aunque a mí me ocurre menos porque albergo una sensibilidad especialytalyeso. Saludos.

Josep Lloret Bosch dijo...

Ja, ja... la ilustración de cabecera sí que tiene mala leche...

Quizás esos topicazos sean demasiados para uno solo, aunque algo habrá de cierto en cada cual.

Todos tenemos alguna rareza: a mí, por ejemplo, fíjate, no me disgusta L.O.D.V.G.

Vale, vale, yo es que soy muy raro.. :-)

Saludos.

marcbranches dijo...

Sï que tiene mala leche, y además es una diea genial... Puede que a priemra vista parezca una acumulación descarriada de tópicos, pero te aseguro que conozco a unos cuantos elementos que encajarían inquietantemente bien en este tópico.

Así que no te disgusta LODVG. Muy bien, lo acepto con la condescendencia que me caracteriza.

Estás nominado para abandonar la Linterna.

Anónimo dijo...

Je,je... historias del DVD en clave intimista.
Entre el fútbol y los cachas repartiendo mamporros, estrellas de la serie Z, muchos machos bien pueden identificarse en este perfil (ya me dirás cuantas estrellitas le pones a la de 'No es país para guarras' ;D)

marcbranches dijo...

Todavía estoy analizándola detenidamente, Carles. Tengo ciertas dudas sobre la estructura narrativa, la elección adecuada de lentes, el encuadre en ciertas tomas, la yuxtaposición de conflictos... En fin, necesito verla varias veces para hacerme una idea precisa. Ya te diré algo.

 
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