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DIARIO DE GUERRA DE LA SRA. CONNOR: DÍA UNO


Ven conmigo si quieres vivir”.

Así se presenta en sociedad un Terminator como Dios manda, o, en su defecto, un guardaespaldas del futuro. A partir de aquí, invariablemente, da inicio una carrera desesperada por la supervivencia del niño más mimado y protegido de la ficción contemporánea: John Connor. Después de su primera aparición hace ya 24 (¡¡¡24!!!) años, el universo Terminator sigue vigente hoy en día, con tres películas a sus espaldas, una serie de TV en antena y una secuela-pero-precuela-pero-secuela que será estrenada en breve y que nos revelará que Batman, en realidad, es John Connor. Cosa que, en realidad, no deja de tener sentido. Todo esto gracias a los parámetros establecidos por “The King of the World”, a.k.a. James Cameron, en una película de bajo presupuesto sin aparentes pretensiones que dio paso, no sólo a una rentable y duradera franquicia, sino a un reguero de películas con título acabado en -ator. Alguien que consigue semejante cosa es que, desde luego, tiene talento.

Oficialmente, la primera película de James Cameron como director es “Piraña 2”. Eso es lo que dice Imdb, pero decir que su opera prima es “Terminator” no es descabellado. Escrita e imaginada por él, es el escenario donde por primera vez observamos, aunque de manera peculiar -luego desarrollamos, imberbes padawanes-, los trazos característicos que van a acompañar a Cameron durante buena parte de su carrera. The King viaja en sus sueños 40 años adelante, y lo que ve es absolutamente desesperanzador y miserable. Olvídense de todo lo que habían visto antes, incluido “Blade Runner”: en las primeras escenas de “Terminator”, el mundo se ha ido al carajo. Gráfica y literalmente. Ruinas por doquier, máquinas pesadas que vigilan amenazantes, y ese “azul Cameron” característico que aquí, por primera vez, hace acto de presencia, y que nos transmite la sensación de frío. Un intenso frío, tanto térmico como existencial. El mismo que se respira en una vez llegados a nuestro presente, en una eterna noche metálica perfectamente coherente con el resto del relato y que va a presidir la casi totalidad del largometraje.

Claro que va a haber otro aspecto que va a presidir la etcétera. La horrorosa estética ochentera que nos alienaba por aquel entonces. Basta una escena en una discoteca para que uno, que vivió esa época en plena adolescencia, vuelva a repasar mentalmente los cajones de la habitación, no vaya a ser que todavía quede alguna foto de aquella fiesta del colegio en la que se empeñó en ser el Sonny Crockett del instituto. Sólo el descomunal cardado de Linda Hamilton debería haber hecho desmayar al ciberbichardo, pero este había respondido drásticamente con una chaqueta michaeljacksoniana de hombreras infumables que, probablemente, era ilegal en varios estados. “Marcbranches, que te dispersas”, dijeron todos a coro, y tenían razón. El caso es que, con un diálogo mínimo y una presentación de situaciones y personajes económica y efectiva, Cameron arranca como un tiro una exorbitante set-piece en forma de persecución sistemática y angustiosa que nos deja, sin que apenas hayamos respirado un par de veces, en la hora de película. Y esto es porque Cameron triunfa sin paliativos en otro de sus objetivos, que no es otro que asentar la absoluta inexpugnabilidad del Terminator. El cyborg T-800 encarnado por un incipiente y perfectamente inexpresivo Arnold Schwarzenegger (todavía no era Chuache) es imparable; el público se da cuenta enseguida de que Sarah Connor no puede salir de esta, y que ese tal Kyle Reese (Michael Biehn), con pinta de cantante melódico canadiense, no tiene ni media oportunidad.

The King es, por lo visto, humano, y nos da un respiro lo suficientemente amplio como para que se produzca una paradoja temporal de características bíblicas (y no utilizo el adjetivo por casualidad: quien no observe reminiscencias religiosas en esta saga es que no sabe dónde tiene su mano derecha), por la cual John Connor (JC... valeyamecallo) es concebido por un padre que nacerá años después. ¿Será esta la explicación de la Santísima Natividad? Lo dejo aquí, no vaya a ser que nos veten en la COPE. En cualquier caso, es otra frase que ha pasado a la historia -”I'll be back”- la que da arranque al desenfrenado desenlace del filme, en el que, por una vez, las continuas resurrecciones del malo de la película resultan angustiosamente creíbles, y en el que se atisba el desarrollo del personaje de Sarah Connor, que acabará desembocando, en la segunda parte, en una de las más míticas heroínas de acción de la historia del cine.

“Terminator”, vista hoy en día, se revela obligadamente obsoleta. Sin embargo, los efectos especiales de la película, en aquella época, eran punteros, aunque hoy pueda resultarnos hasta simpático ver al cyborg, ya despojado de su recubrimiento humano, moverse al más puro estilo Harryhausen; sin embargo, hay muchas escenas que aún aguantan el paso del tiempo. Hay que decir que el presupuesto otorgado a Cameron era muy limitado (poco más de 6 millones de dólares), y que este hizo auténticas maravillas con él. Por otra parte, es indudable que estamos ante un Cameron primerizo, tosco, todavía sin el dominio del medio que mostraría más tarde, sin ir más lejos, en la soberbia secuela; la fotografía parece granulosa en exceso, y a la banda sonora de Brad Fiedel le ocurre lo mismo que al cardado de la Hamilton: es hija de su tiempo, para su desgracia. “Terminator” fue una eclosión en las taquillas, y una de las películas de acción más influyentes de su década; pero también fue un mensaje encubierto de desesperanza por la evolución del género humano, que se acabaría de elaborar en “Terminator 2: el Juicio Final” unos años después. Pero eso ya será otro día: volveré (dígase con acento impersonalmente austríaco).

8 comentarios:

Möbius el Crononauta dijo...

I sing the body electric, que decía Whitman si no me equivoco. Es decir, que Terminator mola mucho muchísimo.

Los volverés, los créeme, el futuro maquinero, el psiquiatra humpy dumpy y los ñieoeoee del T-800 cascao me acompañarán hasta que me liquide Skynet.

Saludos

marcbranches dijo...

Supongo que cuando te refieres al futuro maquinero no hablarás de que sólo se podrá escuchar música máquina. Porque entonces sí que me borro peroalavozdeya, y me pido ser el primero en el Juicio Final.

Josep dijo...

Esta película fue prácticamente lo que luego se llamaría "sleeper", ya que un reguero de comentarios entre amigos advertía de lo divertida y excelente que era.

Cierto que ha envejecido un poco mal a causa de los grandes avances de los efectos especiales -sobre todo gracias a la informática- pero lo cierto es que Cameron, con cuatro cuartos, supo enganchar al espectador, usando una planificación muy adecuada que te mantenía en vilo constantemente.

Siempre me ha parecido un producto muy notable, en la línea de las mejores cintas de la llamada "Serie B", cuando todavía no se había inventado el término "blockbuster" tan adecuado a los grandes éxitos de la pantalla actual.

Saludos.

marcbranches dijo...

Como dices, en aquella época no se utilizaba el término "sleeper", pero fue algo así. Es obvio su aspecto de serie B, pero hay talento, mucho talento, a la hora de exprimir el ajustado presupuesto con el que se desenvolvieron. Cameron es uno de los grandes del cine de acción, y aquí empezó a demostrarlo. Saludos, joven.

DiegoAlatristeyTenorio dijo...

Es increible cómo de una noche de fiebre altísima un joven que rodaba anuncios y que era pintor, realizó una pintura que le surgió, en su hotel aquella noche, de entre el delirio febril. La pintura fue algo especial: un esqueleto humanoide, surgiendo de entre las llamas, pero no humano. Una réplica de metal de un esqueleto. Un endoesqueleto...el resto es historia del cine.

Para mí es una de las "top" en el género de la ciencia-ficción antes de la llegada del CGI y, sin lugar a dudas, uno de los hitos del género. Pero más allá de eso, Cameron nos ofreció una historia muy intrincada, pero resuelta con ingenio, claridad y precisión difícilmente superables.

El tito James es uno de los grandes y yo "babeo" cada vez que me llega a los ojos algo nuevo de "Avatar"...seguro que nos vuelve a dejar alucinados.

marcbranches dijo...

Diego, a ver qué nos cuenta Cameron en "Avatar", aunque sospecho que dejará abiertas a cal y canto muchas bocas. A mí, "Terminator", a veces, me parece una especie de "Jo, qué noche" con cyborg incorporado... Es excelente, pero la segunda es, literalmente, la hostia en patinete. Saludos.

Laura Hunt dijo...

Jajaja... me ha gustado esa definición de Terminator como un Jo Que Noche con cyborg incorporado. Hombre, podría verse así, la verdad.

Hace ya bastante que no veo Terminator ni su secuela, pero me parecen dos excelentes películas, y en cuanto al look "ochentero" de esta primera parte, yo creo que es parte de su encanto, así como esos efectos especiales que puede que vistos hoy parezcan obsoletos, pero en su momento estaban muy bien. Y es que, mientras haya una buena historia que contar y talento para contarla, la falta de medios no importa demasiado.

Por cierto, que mi hermana siempre dice que Terminator le parece una de las películas más románticas que ha visto. Ya ves tú.

¡Saludos!

marcbranches dijo...

¿"Terminator" romántica? Buf... La verdad es que el personaje de Sarah Connor tiene un cierto halo épico-romántico, y, en futuras versiones (T2 y serie), sólo se le doblan las rodillas (un poco) con el recuerdo de Kyle. Pero denominarla "película romántica"... ¿Tu hermana suele ver "Terminator" con un paquete de kleenex y un tarro de helado?

 
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