Spanish trilogy, episodio III: La cámara entre los suburbios
Por fin, último episodio de la trilogía patriotispánica que inicié hace unos días. Con este post abro un paréntesis de unas semanas de vacaciones que me ayudarán a desconectar, para poder retornar con renovados bríos y espíritu fresco a esta apasionante aventura cinéfilo-internauta que-nionanonanonianonanonianoni (n. del tr.: melodía padrinística de mi móvil). Un momento, que tengo una llamada, vuelvo en un plis. Hostias, la Directrice. ¿Sí? Yo bien, ¿y tú? ¿Cuándo te vas p’a Málaga? Ah, miraquébien. ¿Cómo? ¿Por qué no puedo hacer vacaciones? Pero si me lo prometiste... ya tengo los billetes a Chicago pagados, quería ver si podía pillar a los de “The Dark Knight” en pleno rodaje y sacar alguna foto furtiva de Heath Ledger con la cara pintada de blanco y sacarme unas perras y... ya... no, si yo ya entien... sí... no, ya, pero déjame hablar un mom... no, claro... si el blog es tuyo, nadie te lo discute pero es qu... ya... sí, sí... que sí, coj... no... no, malhablado no, es que... no, si problema, lo que se dice problema, no hay... sí, claro que puedo esperar a que rueden la tercera parte... es que me gustaría hacerlo antes de la jubil... ya... las jerarquías, claro... sí, no te preocupes. Por supuesto que me quedo encantado. Ahora, si no te importa, estaba escribiendo el post de mañana. Sí, sí, seguro que es precioso. Te dejo, ¿eh? Ale, nos vemos. Y espero que no te coja una insolación en la playa que te haga pasar el resto de las vacaciones en el ala de quemados del hospital más próximo, ¿eh? En absoluto, jamás te desearía eso... Hola de nuevo. Si me disculpáis un momento, voy a darme de cabezazos contra el armario empotrado y me meto en el ajo...
“Barrio” fue la muestra definitiva, después de ese esplendoroso debut llamado “Familia”, de que en Fernando León de Aranoa, guionista proveniente de la televisión, había un director con un estilo reconocible (y no me refiero a su perenne look okupa) y que podía marcar una pauta. Puede que “Barrio” no sea su mejor film, pero fue su despegue: se confirmó con “Los lunes al sol”, y se dio continuidad con “Princesas” (en la que, ay, sobrevuela cierto aire de fórmula agotada). Es un fresco de temática social, costumbrista, con pincelazos de neorrealismo italiano, pero sin dejar de ser una receta propia. Unas virutas de amabilismo humorístico, un chorrito de imperceptible moralina, salpicón de desesperanza y guinda de tragedia suelen componer los platos del chef Aranoa, especialista en situar el punto de partida de sus relatos a un paso del precipicio, y luego darlo. En este caso, el precipicio es un suburbio urbano cualquiera, en el que los límites de la pobreza están redefinidos, y en el que la supervivencia entre las ruinas es el único leitmotiv. El aburrimiento veraniego, la falta de expectativas (la gran noticia del día puede ser que la mercería cierre por vacaciones), los ásperos ambientes familiares, la deambulación por los pedregosos parajes suburbanos... Todos estos lugares comunes tienen un punto de partida: la economía de guerra, derivada del paro o el sueldo mínimo interprofesional, que sólo dejan paso a la subsistencia. Y en medio de todo esto, Rai, Javi y Manu, tres chavales de quince años, amigos inseparables, compañeros de juegos y nomadismo suburbial, desamparados entre la inocencia de la recién abandonada infantilidad y los primeros picores del mundo adulto; esa enfermedad llamada adolescencia. Como no hay lugares a los que ir, ni dinero que gastar, ni chicas que cortejar, sólo da para la imaginación (el juego de “elegir coche”, la mulata de cartón) y las conversaciones estúpidas propias de la edad (la existencia de los notarios, las camareras del Caribe, “¿te dejarías meter un gol por el Rey?”), válidas, en cualquier caso, para olvidar las miserias de casa, que León de Aranoa se ocupa de mostrarnos sin excesos, pero sin escondites. La vida y la fortuna son implacables con estas gentes de barrio, y su crueldad se viste de impía ironía con la moto de agua que le cae en sorteo a Rai, para recordarle que jamás va a poder ver el mar... La película, formalmente, está más cuidada de lo que parece. El montaje es impecable, al igual que la fotografía (que incluso se luce en la escena de la Estación de los Fantasmas), y la selección musical encaja perfectamente. Aunque los críos son más bien inexpresivos, los estupendos diálogos suenan naturalísimos en sus labios; por otra parte, secundarios como Alicia Sánchez, Enrique Villén y el inolvidable Francisco Algora (apenas necesita tres escenas para dejar huella) fortifican el aspecto interpretativo del filme. El director madrileño, por otra parte, rocía de metáforas el film, la mayoría de ellas señalando al personaje de Rai: desde sus juegos con la muerte (esa falsa ruleta rusa) a sus equilibrios sobre alambres, Rai queda marcado como el mayor funambulista de los tres, y el que, en un arranque de lucidez, decide que la única manera de salir de esa cárcel de hormigón en la que está atrapado, es salir corriendo en el momento adecuado. Su destino estaba marcado: en el juego de los coches (“el próximo coche rojo que salga es el mío”), Rai había elegido el siguiente blanco. Y resultó ser una ambulancia.
4 comentarios:
Las lágrimas de Algora son de actor verdadero. Inolvidable.
Una de mis pelis favoritas del señor Aranoa. Una vez leí por ahí "Tres adolescentes con las raíces manchadas de barrio..."
Se me ponen los pelos de punta cada vez que veo esa escena. Y gracias por pasarte por esta Linterna en estos días de vacación y pereza...
Sigo con mi repaso a los posts que tengo atrasados, aprovechando que estoy aquí sola en la oficina y no tengo gran cosa que hacer (hay que aprovechar el tiempo).
A mi Lenón de Aranoa me parece un director que ha ido de más a menos. Empezó inmejorablemente con Familia, que sigue siendo la película suya que más me gusta. Barrio, aunque no la tengo muy fresca, porque hace ya mucho que la vi, también me gustó mucho, y personalmente, la prefiero a Los Lunes al Sol. Creo que tienes razón al decir que con Princesas ya da la sensación de que la "fórmula" empieza a estar agotada, así que esperemos que cambie un poco de rumbo en sus próximos proyectos (sean cuales sean).
Y deja ya de quejarte, no me creo para nada que Alicia te trate tan mal...
¿Que deje de quejarme? Sí, claro, tú no eres la que cada dos por tres tiene que ir al CAP más próximo a curarse los latigazos...
En cuanto a tu opinión sobre León de Aranoa, coincido al 100%. Y a ver si trabajamos un poquito, que hay que levantar España...
Publicar un comentario