A nuestra nunca suficientemente peloteada Alice la Directrice se le ha estropeado, por quincuagésimochorroava vez, el ZX Spectrum a pedales que tiene por ordenador. Parece que esta vez es grave, gangrena, y va a ser necesario convocar al equipo médico habitual, que no va a estar disponible hasta la semana que viene. Así que, mientras, voy a tener que ocupar su espacio en el blog (algo particularmente difícil teniendo en cuenta la dieta de Phoskitos a la que se ha entregado últimamente) (sí, lo sé, es muy rastrero aprovechar su ausencia para ciscarme. Este soy yo. Si no le gustan mis principios, tengo otros). Tamaño imprevisto ha pillado a Mi Majestad en fuera de juego, como un Saviola cualquiera, y sin nada preparado (“como si tuviera algo preparado alguna vez el vago este”, rugirá la Directrice cuando lea esto... y tendrá razón...). Pero un gran hombre siempre dispone de grandes recursos; e, incluso, un hombre como yo. Vista la hambruna de calidad cinematográfica que nos asola estos últimos viernes, he aprovechado este fin de semana para recuperar tiempo perdido y ver un par de películas que tenía pendientes. Una es “Star Trek”, de la que tengo tres cosas que decir: a) qué viejuno está Leonard Nimoy; b) a pesar de que a veces parece “Enterprise 90210”, está entretenida; c) ¿ESE PEDAZO DE MOÑAS VA A SER THOR? De la otra película que vi. “La sombra del poder”, quizás tenga más de tres cosas que decir. Así que, si eso, las escribo.
Cada vez se hace más difícil salir de una multisala razonablemente satisfecho con lo que uno ha visto. No insistiré en la reflexión antijolibudiense que desparramo cada poco (la última vez en mi chorreo contra la f***ing “Lobezno”), pero que “La sombra del poder”, un tipo de película que en décadas anteriores salía sola, hoy en día sea una rara avis, es un dato inquietante. El film de Kevin McDonald huele a largometraje caro y ambicioso (supera claramente las dos horas de metraje), y ha reclutado a dos estrellas indiscutibles de la industria con el objetivo evidente de conseguir una buena taquilla. Sin embargo, está pergeñada con inteligencia, talento cinematográfico y respeto por el espectador, tres características que rara vez coinciden en un producto como este. Como imagino que conocen, “La sombra del poder” está basada en la exitosa miniserie británica “State of play”, lo que corrobora nuevamente que la qualité, hoy en día, se encuentra en la televisión anglosajona. Más en concreto, en la BBC y en la HBO.
El film de McDonald nos cuenta la historia de un periodista, Cal McAffrey (Russell Crowe, pasadísimo, este de verdad, de Phoskitos y Tigretones) más bien andrajoso y desarrapado, que descubre una posible conexión entre dos hechos aparentemente dispares: el asesinato de unos don nadie y el suicidio de una colaboradora de un importante político (Ben Affleck) que salta a primera plana de los medios debido a la adúltera relación sentimental que mantenían. Este congresista, mireustedpordónde, es amigo de Cal, y este iniciará una investigación -junto a una novata interpretada por Rachel McAdams- que, mientras abre capas de la tupida telaraña de poderes creada entre el sector privado y el gobierno, ha de pelear por la integridad de su profesión con la editora de su periódico (Helen Mirren). Todo esto, y bastante más, está contado con una admirable precisión y con un sentido del ritmo encomiable; a pesar de que la trama es densa y no es sencilla de deglutir, la narrativa es cristalina y nada confusa. Es cierto que nos encontramos en unos momentos en los que la credibilidad del periodismo tradicional está en entredicho (la procedencia del personaje de Rachel McAdams, del mundillo de los blogs, es una mención a esta crisis de credibilidad) y, en este sentido, la recuperación de los valores salvadores del cuarto poder suenan pelín anacrónicos. Es algo que carece de importancia ante la habilidad de McDonald para manejar las claves del thriller político con manos de relojero suizo, incluso entremezclando los conflictos personales (la mujer cornuda, Robin Wright Penn, tiene un pasado con el periodista) sin que parezca forzado.
Aspecto interpretaciones: así como Russell Crowe, Robin Wright Penn y Helen Mirren dibujan sus papeles con la solvencia esperable (podrían clavarlos borrachos de sangría Don Simón y con un cubo de fregar en la cabeza), Affleck y McAdams son víctimas de un miscasting considerable. El primero es demasiado pimpollo para ser un congresista creíble; el hombre se esfuerza (ya es algo), pero es tan inverosímil como ver a Malena Gracia clavando la tabla del seis a la primera y sin chuleta. Lo de McAdams, tres cuartos de lo mismo. Mención especial para las breves apariciones de Jeff Daniels y, en especial, un soberbio Justin Bateman, que se merienda la película en los escasos minutos en los que aparece en pantalla.
Por lo demás, y aún ignorando si la teleserie original ofrece el mismo desenlace, el giro final del film suena tan forzado como edulcorante de la crítica política que se deriva del film, rematado con un momento typical-jolibud breve pero innecesario. Pecados veniales en una película dignísima que reconcilia al espectador de perfil carca e intolerante (=servidor) con el cine industrial americano. Lo reconcilia, eso sí, durante un ratito. Hasta que llega Ron Howard con la estaca-Dan Brown y lo jode todo.
4 comentarios:
Mucho tiempo sin pasar por acá, compa Marc, pero ya veo que el nivel es el de siempre, no baja. Y me has metido ganas de ver la peli de marras, aunque no sé cómo andaré de disponibilidad en cartelera (de tiempo, ya anticipo, fatal...). Eso sí, sólo ver a Helen Mirren -que, según cuentas, anda por ahí suelta-, ya habría que embarcarse en el empeño.
Un fuerte abrazo.
Y ya veo que las costumbres no cambian, M-Márquez (uséase, no has visto la película). Pero bueno, esta vez tienes el perdón de la Hermandad de la Cinefilia, porque es un estreno. Helen Mirren aparece, sí, aunque en un personaje de pìloto automático que es capaz de hacer dormida. Saludos.
Bueno, el desenlace suena forzado, porque le faltan las cuatro horas restantes de la mini serie. El argumento está muy bien reducido, pero reducido al fin y al cabo. A mi me gusta mucho Hellen Mirren, pero me quedo con Bill Nighy, que hace su papel en la mini serie de forma genial. Y si consideramos que Kelly MacDonald hace el papel de McAdams... pues también me quedo la original, que la escocesa tiene ese tipo de voz dulce y melodiosa muy adecuada para hacer papeles de mosquita muerta que luego resulta ser de armas tomar.
De Russell Crowe no digo nada, creo que sería capaz de interpretar un pato rosa y todavía diríamos que es un actorazo... es que lo es.
Marguis, veo que llevabas hechos los deberes y ya habías visto la serie. Como actriz, ni punto de comparación entre la McDonald y la Adams. En cuanto a Crowe, últimamente, más que a un pato rosa, podría interpretar a un hipopótamo rosa. Menos mal que parece que ha adelgazado para "Robin Hood"...
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