Dentro del cine de terror hay una especie de división según el tema: vampiros, zombies, fantasmas… Una de estas categorías es la que trata sobre Lucifer, Belcebú, Satanás… el Gran Señor Oscuro en cualquiera de sus formas. No es que esté mal servido este apartado, ya que podríamos citar películas como El exorcista, El corazón del ángel, La profecía… (claro que también está Little Nicky) o la que vamos a tratar a continuación: La semilla del diablo.
Con esta película, Roman Polanski consiguió un gran éxitocomercial, al que no fue ajeno la fama de maldita de la película, alimentada por la leyenda urbana de desvelar secretos de los ritos satánicos, y que el tiempo acrecentó debido a la muerte de Sharon Tate a manos del clan Manson, tal vez movidos por esta película.
Basada en una novela de Ira Levin, explica la historia de una joven pareja que se traslada a un piso de un bloque de apartamentos (el tristemente célebre edificio Dakota) y su relación con un matrimonio anciano de vecinos.
El ritmo es deliberadamente pausado, hasta bien avanzada la mitad de la película no empiezan a suceder cosas, aunque se nos muestran detalles aislados indicadores de que allí ocurre algo extraño, formando lentamente un ambiente claustrofóbico y malsano. Lo terrorífico está en lo cotidiano, no en lo extraordinario.
Uno de los principales aciertos son los personajes del matrimonio vecino, especialmente Ruth Gordon, a la que le van de maravilla los papeles de excéntrica. Se nos muestran como una especie de versión americana de los Roper: amables, chismosos, entrometidos y pesados, nadie desconfiaría de ellos a primera vista. Porque aquí no hay efectismos innecesarios, a excepción de la alucinación y la pesadilla de Rosemary, que aunque tienen justificación y están adecuadas a la historia, probablemente sean los detalles que han envejecido peor.
Otra de las bazas fundamentales fue Mia Farrow, que con su físico frágil y su corte de pelo de Vidal Sasson hizo época, hasta el punto de que en La cara del terror, que tiene muchos puntos en contacto con La semilla del diablo, sin llegar a ser un remake, Charlize Theron lleva el mismo peinado que Mia, y aunque es infinitamente más bella no resultó tan convincente.
El personaje realmente más malvado de la película, desde mi punto de vista, no son los adoradores satánicos, que al fin y al cabo no hacen más que cumplir con sus creencias, sino el marido de Rosemary,Guy, que interpreta John Cassavetes, un auténtico Fausto capaz de vender su alma (y nunca mejor dicho) a cambio de triunfar en su carrera como actor.
Una madre es una madre, y aunque su hijo tenga los ojos de su papá, Rosemary no puede evitar acabar queriéndole. Una de las normas inquebrantables de este subgénero es que nunca podemos vencer al Diablo (juega con ventaja); tal vez Chuache, pero pereció en el intento, y ya se sabe que Su Satánica Majestad…volverá.Tal vez por eso sintamos simpatía por él.
Con esta película, Roman Polanski consiguió un gran éxitocomercial, al que no fue ajeno la fama de maldita de la película, alimentada por la leyenda urbana de desvelar secretos de los ritos satánicos, y que el tiempo acrecentó debido a la muerte de Sharon Tate a manos del clan Manson, tal vez movidos por esta película.
Basada en una novela de Ira Levin, explica la historia de una joven pareja que se traslada a un piso de un bloque de apartamentos (el tristemente célebre edificio Dakota) y su relación con un matrimonio anciano de vecinos.
El ritmo es deliberadamente pausado, hasta bien avanzada la mitad de la película no empiezan a suceder cosas, aunque se nos muestran detalles aislados indicadores de que allí ocurre algo extraño, formando lentamente un ambiente claustrofóbico y malsano. Lo terrorífico está en lo cotidiano, no en lo extraordinario.
Uno de los principales aciertos son los personajes del matrimonio vecino, especialmente Ruth Gordon, a la que le van de maravilla los papeles de excéntrica. Se nos muestran como una especie de versión americana de los Roper: amables, chismosos, entrometidos y pesados, nadie desconfiaría de ellos a primera vista. Porque aquí no hay efectismos innecesarios, a excepción de la alucinación y la pesadilla de Rosemary, que aunque tienen justificación y están adecuadas a la historia, probablemente sean los detalles que han envejecido peor.
Otra de las bazas fundamentales fue Mia Farrow, que con su físico frágil y su corte de pelo de Vidal Sasson hizo época, hasta el punto de que en La cara del terror, que tiene muchos puntos en contacto con La semilla del diablo, sin llegar a ser un remake, Charlize Theron lleva el mismo peinado que Mia, y aunque es infinitamente más bella no resultó tan convincente.
El personaje realmente más malvado de la película, desde mi punto de vista, no son los adoradores satánicos, que al fin y al cabo no hacen más que cumplir con sus creencias, sino el marido de Rosemary,Guy, que interpreta John Cassavetes, un auténtico Fausto capaz de vender su alma (y nunca mejor dicho) a cambio de triunfar en su carrera como actor.
Una madre es una madre, y aunque su hijo tenga los ojos de su papá, Rosemary no puede evitar acabar queriéndole. Una de las normas inquebrantables de este subgénero es que nunca podemos vencer al Diablo (juega con ventaja); tal vez Chuache, pero pereció en el intento, y ya se sabe que Su Satánica Majestad…volverá.Tal vez por eso sintamos simpatía por él.
6 comentarios:
Fue una peli que me revolvió un poquito el ánimo. Era inquietante cuando más apacible parecía ser. Recuerdo que me disturbió más de la cuenta, pero no sé si el tiempo ha pesado sobre ella, porque hace muchísimo que no la revisito.
El Cassavetes estaba perfecto, como siempre, aunque su faceta de director es la que me fascina de este hombre.
La Farrow, con su delgadez extrema y su aparente debilidad era la Rosemary más idónea.
Un buen Polansky al que poco después sacudió la tenebrosa risa del diablo.
Pero ya se sabe, aquel que simpatiza con el demonio....bueno menos a los Rolling que pueden hacerlo porque el iden les tiene respeto.
Un abrazote.
Efectivamente, Antonio, uno de los mayores aciertos de la película es que lo más aterrador es lo que parece más normal y cotidiano. Sin duda Cassavetes fue mejor director que actor, pero aquí cumple perfectamente con su papel de h.p.
Polanski no escarmentó, ya que al cabo de los años volvió a tratar el tema satánico en La novena puerta, aunque con peores resultados.
Es una gran película. Y precisamente por lo que comentáis: lo terrorífico nace de lo cotidiano, de lo que vemos cada día. No hay sustos faciles en esta película, ni truculencias sin sentido. No hay más sangre de la necesaria, ni malvados de opereta, ni presencia maligna que se manifieste... Todo es natural, el día a día de una pareja a la que le va ocurriendo una serie de cosas que se salen de lo normal.
Estoy de acuerdo: Ruth Gordon está sublime, pero Cassavetes lo borda como marido ambicioso que se vende para conseguir el éxito. No era un gran actor (quizá en 'Doce del patíbulo' haga su otro gran papel), pero aquí está perfecto.
Me encanta el final, con esa madre que empieza a ver a su niño de otra forma, aunque sea el diablo.
Tan sólo puedo añadir que estoy totalmente de acuerdo contigo, J.A., y recordar el gran trabajo de Ruth Gordon como guionista en sus tiempos mozos.
Me encantó ver esa película en estreno en el cine;Mia Farrow nunca ha estado más convincente, y la Gordon me da miedo sólo con recordar su aviesa mirada.
Recuerdo las pestes contra el pobre Cassavetes que borda el papel de arribista, y esa atmósfera insana que se desprende de esos pasillos y ese vecindario tan "raro".
Y también me acuerdo de lo mucho que nos ciscamos en la madre que parió al titulista en castellano por una de las cagadas más grandes de la especialidad...
Saludos.
Cierto que la traducción del título se las traía, Josep, auque eso no es ninguna novedad, sin ir mas lejos ahí está The astronaut's wife que se convirtió en La cara del miedo, pero es que además en este caso, de Rosemary's baby a La semilla del diablo había un salto enorme, ya que era un spoiler como una catedral.
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