Los departamentos de marketing. Sin duda, su cuota de poder ha aumentado de manera exponencial en las últimas tres décadas, y no sólo en el mundo del cine (y si no, explíquenselo a Florentino Pérez). Desde que tito Lucas inventara el concepto del merchandising con “Star Wars”, gracias al cual desde entonces forra las alfombrillas del baño con billetes de cien dólares, los llamados departamentos creativos han ido tomando un papel primordial en la pre/postproducción cinematográfica, hasta, en algunos casos, tomarle la delantera a la mismísima obra de arte (si entendemos por obra de arte, pongamos por caso, “Serpientes en un avión”). Dentro de estos parámetros, ha tomado capital importancia el avance en modo-goteo de los filmes venideros: teaser, teaser trailer, trailer uno, trailer tv, trailer definitivo, trailer internacional… Montados a velocidad sincopada, su intención es ponerte los dientes largos y las uñas carcomidas. Por desgracia, cada vez más a menudo se tiende, no sólo a destripar la película en esos escasos dos minutos (ver los de Spider-man 2 y 3), sino a gastar todas sus mejores balas en ese trailer: así, cuando vas al cine, te encuentras con que lo mejor del film… ya lo habías visto. Puede que sea injusto aplicar esta generalización a “300”, pero lo cierto es que la sensación final es que el trailer (en el que, en el colmo de los colmos de los anteriormente expuesto, nos han colado un fotograma de la próxima película de su director, “Watchmen”, que apenas está en preproducción...) es mucho mejor que la película, en la que ni siquiera podemos disfrutar del tema de Nine Inch Nails que lo preside…
Como todo el mundo sabe, “300”, de Zach Snyder (autor de la extraordinaria “El amanecer de los muertos”), se basa en el cómic de Frank Miller, uno de los “guionistas” más prolíficos de Hollywood en los últimos años. El film, al igual que “Sin City”, es una especie de fotocopia del cómic; el problema, como de costumbre, es que un cómic no se puede fotocopiar en celuloide (o en digital, que para el caso es lo mismo), los latidos de su esencia no son los mismos: el celuloide se agrieta, se vence. Antes de que la Comunidad Frikimiller me arranque los pezoncillos con cutter y sin anestesia, pueda dar fe (y la doy) de que la película es entretenida y fastuosamente espectacular. Buena parte de las imágenes son extraordinariamente bellas, la fotografía (si es que se le puede llamar así, habiéndose filmado toda en pantalla verde) es abrumadora, y las batallas, aunque pelín reiterativas, conllevan la necesaria heroica. El argumento, en esencia, es simple como el mecanismo de un cortaúñas, y las escenas de entreguerra (que no se encuentran en el cómic), en particular las que ocurren en Esparta con la reina mientras Leónidas y su chusma aguantan los envites de los persas, carecen absolutamente de interés. Particularmente (abro la minisección de autor “Marcbranches a corazón abierto”), la épica bélica milleriana (muy oriental, en realidad: y si no, pásense por “Cartas de Iwo Jima”) me la refanfinfla, me es imposible identificarme con ella, lo que hace que, bajo mi punto de vista, Leónidas & friends no sean más que una sarta de tarados que, si viviesen en el siglo XXI, se dedicarían a vestir cazadoras cargadas de C4 en los autobuses… (cierro la minisección de autor “Marcbranches-etc.”). En cuanto a las interpretaciones, poco hay que decir; si acaso, que Gerard Butler, aparte de mostrar un trabajo de gimnasio impecable, se deja las cuerdas vocales berreando una y otra vez las arengas “bigger-than-life” a sus hombres; los demás, aparte de la pobre Lena Headey, esa delicada flor rodeada de mastuerzos, se limitan a poner cara de estreñimiento, tensar sus anabolizados músculos y repartir fostiones a todo bichardo que se les cruza por delante (de Rodrigo Santoro poniéndole percha a ese Jerjes locaza-piercing recién salido del Love Parade mejor no hablo…).
Hay varias críticas que se la han hecho al filme que parten directamente del cómic, y de las que por tanto habría (y utilizo el condicional) que hacer responsable a Frank Miller, la más polémica (en Irán han prohibido la película) es la que se refiere a su rigor histórico, y al maniqueísmo de mostrar a los persas como los malos/malosos de la historia, y a los griegos como los güenecitos. Lo cierto es que Miller (de quien no se puede negar cierta ideología “difusa” en su obra) nunca ha tenido la más mínima intención de ser riguroso: se saltó, entre otras cosas, la “moda” de la época porque no le parecía acorde con el tono del cómic, y de ahí la mínima vestimenta de los soldados, que le da a la película un tono (¿in?)voluntariamente homoerótico; supongo que, por otra parte, nadie habrá creído que los persas tenían gigantes desdentados de tres metros, elefantes tamaño XXL o cabras flautistas (no he fumado nada, las hay) en nómina… Hay que tomarse la historia (la de Miller, no la de Herodoto) como lo que es: una leyenda, hiperbolizada por el boca a boca entre generaciones, contada a un niño de cinco años… Quizás el problema estribe en que nos tratan a los espectadores como tales. Las cifras de taquilla demuestran que nos lo merecemos.
Como todo el mundo sabe, “300”, de Zach Snyder (autor de la extraordinaria “El amanecer de los muertos”), se basa en el cómic de Frank Miller, uno de los “guionistas” más prolíficos de Hollywood en los últimos años. El film, al igual que “Sin City”, es una especie de fotocopia del cómic; el problema, como de costumbre, es que un cómic no se puede fotocopiar en celuloide (o en digital, que para el caso es lo mismo), los latidos de su esencia no son los mismos: el celuloide se agrieta, se vence. Antes de que la Comunidad Frikimiller me arranque los pezoncillos con cutter y sin anestesia, pueda dar fe (y la doy) de que la película es entretenida y fastuosamente espectacular. Buena parte de las imágenes son extraordinariamente bellas, la fotografía (si es que se le puede llamar así, habiéndose filmado toda en pantalla verde) es abrumadora, y las batallas, aunque pelín reiterativas, conllevan la necesaria heroica. El argumento, en esencia, es simple como el mecanismo de un cortaúñas, y las escenas de entreguerra (que no se encuentran en el cómic), en particular las que ocurren en Esparta con la reina mientras Leónidas y su chusma aguantan los envites de los persas, carecen absolutamente de interés. Particularmente (abro la minisección de autor “Marcbranches a corazón abierto”), la épica bélica milleriana (muy oriental, en realidad: y si no, pásense por “Cartas de Iwo Jima”) me la refanfinfla, me es imposible identificarme con ella, lo que hace que, bajo mi punto de vista, Leónidas & friends no sean más que una sarta de tarados que, si viviesen en el siglo XXI, se dedicarían a vestir cazadoras cargadas de C4 en los autobuses… (cierro la minisección de autor “Marcbranches-etc.”). En cuanto a las interpretaciones, poco hay que decir; si acaso, que Gerard Butler, aparte de mostrar un trabajo de gimnasio impecable, se deja las cuerdas vocales berreando una y otra vez las arengas “bigger-than-life” a sus hombres; los demás, aparte de la pobre Lena Headey, esa delicada flor rodeada de mastuerzos, se limitan a poner cara de estreñimiento, tensar sus anabolizados músculos y repartir fostiones a todo bichardo que se les cruza por delante (de Rodrigo Santoro poniéndole percha a ese Jerjes locaza-piercing recién salido del Love Parade mejor no hablo…).
Hay varias críticas que se la han hecho al filme que parten directamente del cómic, y de las que por tanto habría (y utilizo el condicional) que hacer responsable a Frank Miller, la más polémica (en Irán han prohibido la película) es la que se refiere a su rigor histórico, y al maniqueísmo de mostrar a los persas como los malos/malosos de la historia, y a los griegos como los güenecitos. Lo cierto es que Miller (de quien no se puede negar cierta ideología “difusa” en su obra) nunca ha tenido la más mínima intención de ser riguroso: se saltó, entre otras cosas, la “moda” de la época porque no le parecía acorde con el tono del cómic, y de ahí la mínima vestimenta de los soldados, que le da a la película un tono (¿in?)voluntariamente homoerótico; supongo que, por otra parte, nadie habrá creído que los persas tenían gigantes desdentados de tres metros, elefantes tamaño XXL o cabras flautistas (no he fumado nada, las hay) en nómina… Hay que tomarse la historia (la de Miller, no la de Herodoto) como lo que es: una leyenda, hiperbolizada por el boca a boca entre generaciones, contada a un niño de cinco años… Quizás el problema estribe en que nos tratan a los espectadores como tales. Las cifras de taquilla demuestran que nos lo merecemos.
5 comentarios:
el trabajo de miller en el comic siempre se puede discutir, pero creo que como el nadie ha retratado al genial batman, en fin el resto es taquilla y marketing, 300 esta bien para pasar un rato en el cine si afuera hace frio, sino cualquier parque o bar sienta mejor!
saludos!
Hombre, persio, es una película entretenida, y es una manera de que dos horas se te pasen volando. Sí, el resto es marketing, que trae consigo la taquilla. En cuanto a Miller, absolutamente de acuerdo contigo en todo, incluyendo la genialidad de Batman (no es casualidad mi avatar...)
La veré, la veré. Me han convencido.
Pobre Rodrigo Santoro... Cómico involuntario!
Saludos.
Está siendo clamoroso el generalizado descojone en las salas de toda España, producido por la escena de "no es mi látigo lo que temen"...
http://www.youtube.com/watch?v=N7jMBaaFY8I
Pirata, que estás hecho un pirata...
como hace un año que deje madrid,tendre que esperar que llegue a baires,killian
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