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EL VALS DEL CAMBIO


“Fuimos los leopardos, los leones; los que ocuparán nuestro lugar serán chacales y ovejas, y todos ellos –leopardos, leones, chacales y ovejas- seguirán creyéndose la sal de la tierra”
Ya estaba tardando en hablar de ella. Poquísimas veces un director se ha identificado tanto con una novela como Visconti con El gatopardo de Giuseppe Tomasi de Lampedusa. El aristócrata milanés conocía a la perfección el mundo que retrata el escritor, y mantenía una relación de amor/odio con él; debido a sus gustos y su ideología comunista.
El principe de Fabrizio de Salina (Burt Lancaster) es un tanto “peculiar”, sabe que está viviendo un momento de cambios y que su clase va a desaparecer, hasta es capaz de verlo con una cierta ironía y se permite el lujo de dar dinero a los que luchan contra los suyos, porque sabe que el cambio es irremediable. El ama su mundo, ir de cacería, hablar de sus infidelidades con su sacerdote fuera del confesionario; a su mujer y a sus hijos (a su manera), aunque le gustaría que tuvieran algo mas de espíritu y empuje, como su sobrino Tancredi. Pero sabe que ese mundo ya ha perdido su sentido, tan sólo se ha quedado en las formas; ahora viene otra clase, mucho mas vulgar, pero capaz de hacer fortuna con sus propias manos (algo que ellos habrían considerado una ordinariez) y con tremendas ganas de poder. No pudo haber mejor elección que la de Burt Lancaster para hacer de príncipe (no, ciertos hombres no tuvieron razón), consiguiendo una de sus interpretaciones mas recordadas; si de joven había sido un acróbata de sonrisa imperturbable y cuerpo espectacular, la madurez le dio la majestuosidad de una escultura de Miguel Angel.
Tancredi (Alain Delon) es el ojo derecho de su tío; sinverguenza, mujeriego, capaz de estar siempre al lado de los vencedores, saldrá de la guerra tan sólo con una favorecedora cicatriz que le permitirá presumir de héroe, pero no dudará en dejar enseguida a los garibaldinos a la primera oportunidad. Se siente atraído por Angélica (Claudia Cardinale), aunque no menos por su dinero; además, ¿a quien le amarga un dulce?, Claudia nunca estuvo mas terrenal. Para que luego digan que en Europa no había parejas capaces de competir con el glamour de las americanas.
La lujosísima ambientación, cuidada hasta el mas mínimo detalle (como no podía ser de otra manera con Visconti) nos muestran la belleza de ese mundo que está acabando, en la que los Salina eran auténticos dioses: es muy reveladora la llegada de la familia a Donnafugata, cuando están en la iglesia sentados, cubiertos de polvo, como si fueran estatuas. Lo mismo puede decirse del impresionante vestuario de Piero Tosi o de la banda sonora de Nino Rotta.
La escena del baile, de 45 minutos, es una auténtica maravilla y sirve para mostrar el cambio de poder de una clase a otra. Mientras el príncipe observa un cuadro que refleja a un moribundo, presintiendo su propia muerte, la multitud baila despreocupadamente, ajena al fuerte olor de los orinales que proviene de otra habitación. Es el momento de hacer el cambio, para que todo siga igual, y no puede haber mejor símbolo de ello que el vals que bailan el príncipe y Angélica: vejez y juventud, decadencia y belleza, aristocracia y burguesía, durante unos minutos se deslizan armoniosamente ante la mirada de todos. ¿Conformismo? No, un tremendo pesimismo. Aún así, el príncipe todavía es capaz de arrodillarse y rezar ante las estrellas, al igual que nosotros no podemos menos que arrodillarnos ante esta obra maestra. Grazie mile, maestro.

8 comentarios:

Laura Hunt dijo...

Esta es una de esas películas que he visto, pero hace muchos años, siendo demasiado joven para apreciarla. Casi no la recuerdo, pero leyendo tu post me han entrado ganas de verla. Seguro que ahora si que la disfrutaría.

Y si, Alicia, los Hombres G se equivocaron, y mucho, jejejejejeje.....

Anónimo dijo...

muy emocionante, si lo recuerdo de esa manera...
saludos!

alicia dijo...

Es cierto que hay películas que con el tiempo se aprecian mejor, Laura, y ésta es una de ellas.
A pesar de toda su carga de ideología, Persio, la película consigue que sus personajes sean muy humanos y nos emocionen. No son meros símbolos, y esa es una de sus grandezas.

Anónimo dijo...

es cierto no son simbolos cinéfilos, muy buena reflexion.
saludos y buen fin de semana!

Leicca dijo...

besitos y saluditos.

Raquel dijo...

Esta la ví en 1º de carrera, en historia. No me gusta nada ver películas obligada, me costaba mucho mantener la atención.

Tengo que dedicarle otra sesión.

Saludos.

BUDOKAN dijo...

Hermoso film de un director que aprecio mucho. Aún recuerdo la frase "Cambiar para que nada cambie" que se menciona en el film. Otra que me gusta de Visconti es "Grupo de Familia en un interno". Gracias por este grato recuerdo.

alicia dijo...

Buen fin de semana, Persio, y saludos, Leicca.
Raquel, yo le daría otra oportunidad;a mi tampoco me gusta ver películas obligada.
Budokan, a mi también me gusta mucho Visconti La muerte en Venecia, Rocco y sus hermanos, La caida de los dioses... me encantan. En España Gupo de familia en un interno se llamó Confidencias, pero es mas bonito el título original.

 
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