Hace algunos días tuve la ocasión de leer en la página amiga “Blog de cine” un post que informaba del próximo estreno en un festival americano del documental “Manufacturing dissent”, de los directores Rick Caine y Debbie Melnyk. El documental analiza la carrera del celebérrimo Michael Moore, desde una perspectiva, por lo visto, de “amabilidad decayente”, después de escoltarle cual apóstoles durante la promoción de “Farenheit 9/11”; aunque son seguidores del orondo director, poco a poco van descubriendo que no es oro todo lo que etc., hasta el punto de que se publicita en la reseña del film que no fueron capaces de concertar una entrevista con Michael Moore (en paralelismo a la entrevista que Moore no pudo hacerle al presidente de General Motors, Roger Smith, en “Roger & me”) (aunque malas lenguas dicen que sí hubo entrevista y que se quedó en la sala de montaje). Este documental se pone a la cola de otro denominado “Michael Moore hates America”, o un libro de kilométrico y sutil título: “Michael Moore is a Big Fat Stupid White Man" (¡Dios mío! ¡Le ha llamado “blanco”!). Este pequeño anecdotario revela de manera precisa en lo que se ha convertido el geniecillo cabreado de Flint: una parodia de su propia voz crítica. La factoría Moore, hoy en día, mueve ingentes cantidades de dinero y, aunque esté enfrascado continuamente en donaciones de carácter benéfico, la imagen de maquinaria industrial elefantiásica se ha adherido a su imagen. Es el precio de salir a hacer política desde el amateurismo... Moore se había convertido a través de documentales y programas de TV (recomiendo vivamente un episodio de su “The awful truth” en el que se recorría la América profunda en una camioneta rosa llamada "sodomóvil" plena de locazas cantarinas medio desnudos, abriéndose paso entre “manis” en las que se berreaban consignas del tipo “Dios envió el SIDA para acabar con los maricones. Gracias Jesús”) en un fenómeno mediático y popular, y decidió dar un paso al frente. Por desgracia, “Farenheit 9/11” fue utilizada groseramente por los rivales políticos de Bush (y Moore es tan culpable como los demás), y lo que consiguió fue el antónimo de su propósito inicial: levantó en armas a la derecha, y despertó el voto dormido. Aquella foto promocional de Moore agarrado de la manita con Jorgito Bush jr. acabó siendo todo un presagio...
“Bowling for Columbine” fue la punta del iceberg Moore. Un documental excelso, hemorrágico, manipulador, excesivo, regocijante, megalomaníaco, lúcido en muchas ocasiones, demagógico en otras... Un espectáculo como nunca se había visto en el género. A través de un montaje celérico e imaginativo, realizado con un imperial sentido del sarcasmo, Moore se monta en una noria de reflexiones, teorías y pensamientos cruzados acerca de la problemática de las armas en Yunaitedesteits desde un absolutista subjetivismo. En este sentido, el señor Moore no engaña a nadie: es el protagonista del film, aparece en buena parte de los planos, narra en primera persona como si fuese el profesor de una clase de tres alumnos, combina estados de ánimo a gusto del consumidor... Se ha criticado mucho el efecto manipulador de los datos e imágenes con las que nos ametralla durante cien minutos. Pero yo me pregunto: ¿No es el montaje, en sí, subjetivismo y manipulación? En cuanto a una noticia o documental le aplicas el primer corte, ya estás decantándote; ergo, no sólo el travelling es un punto de vista, sino que el montaje también. Marcbranches dixit. Moore pone en práctica el monólogo interior durante el documental, trasluciendo sus dudas y el tránsito de diversas teorías (la venta libre de armas, la historia sangrienta del país, el miedo como motor vital e histórico del país, las carencias educativas y sociales), enfrentadas la una a la otra, a través de datos, cifras, experiencias personales y entrevistas con personajes relacionados de una u otra manera con Columbine o eventos similares. En este último apartado, es necesario destacar las intervenciones límpidas y preclaras de dos personajes famosos, Matt Stone y Marilyn Manson, este último demonizado durante aquella época después de saberse que los autores de la masacre eran seguidores suyos. En cuanto al tono del documental en sí, sin abandonar más que en momentos puntuales el salubre tono sarcástico (el modo de mostrar la tragedia de Columbine, sobrecogedora, desde las múltiples llamadas al teléfono de emergencias con el fondo de las imágenes de las cámaras de seguridad del colegio), poco a poco va tornándose más trascendente y circunspecto, hasta llegar al final made in Hollywood, y nunca mejor dicho: un Charlton Heston, a quien durante el filme le hemos visto agresivo, desafiante, firme y bravucón en sus discursos de la Asociación Nacional del Rifle, que durante la entrevista con el director poco a poco va dejando caer la endeblez de sus argumentos, sin remisión, hasta abandonar el ring como un anciano (vital y moral), sin siquiera toalla que arrojar, cansado y vapuleado por la foto de una niña de seis años fallecida por un disparo de un niño en su colegio. Un final, como he dicho, que, independientemente de la opinión personal de cada uno al respecto, confirma a Michael Moore como un excelso pianista del espectáculo, sabiendo tocar en cada momento las teclas adecuadas. Charlton, hijo, has quedado marcado para siempre.
En definitiva, un experimento I + O (investigación + opinión) que acaba siendo una quirúrgica deconstrucción de América y el americano medio. Quizás con “Sicko”, su nuevo trabajo, en este caso sobre el sistema sanitario americano, Michael Moore recupere parte del prestigio desgajado durante su zambullida política. Ojalá, porque, se esté de acuerdo con él o no, un personaje como este es absolutamente necesario para que alguien, desde fuera de su ámbito, les mordisquee perrunamente la pernera del pantalón a los políticos.
“Bowling for Columbine” fue la punta del iceberg Moore. Un documental excelso, hemorrágico, manipulador, excesivo, regocijante, megalomaníaco, lúcido en muchas ocasiones, demagógico en otras... Un espectáculo como nunca se había visto en el género. A través de un montaje celérico e imaginativo, realizado con un imperial sentido del sarcasmo, Moore se monta en una noria de reflexiones, teorías y pensamientos cruzados acerca de la problemática de las armas en Yunaitedesteits desde un absolutista subjetivismo. En este sentido, el señor Moore no engaña a nadie: es el protagonista del film, aparece en buena parte de los planos, narra en primera persona como si fuese el profesor de una clase de tres alumnos, combina estados de ánimo a gusto del consumidor... Se ha criticado mucho el efecto manipulador de los datos e imágenes con las que nos ametralla durante cien minutos. Pero yo me pregunto: ¿No es el montaje, en sí, subjetivismo y manipulación? En cuanto a una noticia o documental le aplicas el primer corte, ya estás decantándote; ergo, no sólo el travelling es un punto de vista, sino que el montaje también. Marcbranches dixit. Moore pone en práctica el monólogo interior durante el documental, trasluciendo sus dudas y el tránsito de diversas teorías (la venta libre de armas, la historia sangrienta del país, el miedo como motor vital e histórico del país, las carencias educativas y sociales), enfrentadas la una a la otra, a través de datos, cifras, experiencias personales y entrevistas con personajes relacionados de una u otra manera con Columbine o eventos similares. En este último apartado, es necesario destacar las intervenciones límpidas y preclaras de dos personajes famosos, Matt Stone y Marilyn Manson, este último demonizado durante aquella época después de saberse que los autores de la masacre eran seguidores suyos. En cuanto al tono del documental en sí, sin abandonar más que en momentos puntuales el salubre tono sarcástico (el modo de mostrar la tragedia de Columbine, sobrecogedora, desde las múltiples llamadas al teléfono de emergencias con el fondo de las imágenes de las cámaras de seguridad del colegio), poco a poco va tornándose más trascendente y circunspecto, hasta llegar al final made in Hollywood, y nunca mejor dicho: un Charlton Heston, a quien durante el filme le hemos visto agresivo, desafiante, firme y bravucón en sus discursos de la Asociación Nacional del Rifle, que durante la entrevista con el director poco a poco va dejando caer la endeblez de sus argumentos, sin remisión, hasta abandonar el ring como un anciano (vital y moral), sin siquiera toalla que arrojar, cansado y vapuleado por la foto de una niña de seis años fallecida por un disparo de un niño en su colegio. Un final, como he dicho, que, independientemente de la opinión personal de cada uno al respecto, confirma a Michael Moore como un excelso pianista del espectáculo, sabiendo tocar en cada momento las teclas adecuadas. Charlton, hijo, has quedado marcado para siempre.
En definitiva, un experimento I + O (investigación + opinión) que acaba siendo una quirúrgica deconstrucción de América y el americano medio. Quizás con “Sicko”, su nuevo trabajo, en este caso sobre el sistema sanitario americano, Michael Moore recupere parte del prestigio desgajado durante su zambullida política. Ojalá, porque, se esté de acuerdo con él o no, un personaje como este es absolutamente necesario para que alguien, desde fuera de su ámbito, les mordisquee perrunamente la pernera del pantalón a los políticos.
3 comentarios:
Estoy de acuerdo con lo que dices, pero precisamente eso es algo de lo que a "Bowling..." no sela puede acusar. Nunca presume de objetivo, al contrario: asistimos a una exhibición impúdica de la catarata de reflexiones y teorías de Michael Moore, aparece en buena parte del documental, narra en primera persona, centra su radio de acción en Flint y alrededores... Claro que nos bombardea con datos (alguno de ellos hábilmente manpulados): todos tratamos de basarnos en datos para explicar nuestras teorías. Pero "Bowling for Columbine" nunca trata de esconderse de su "Moorismo", al contrario, lo promueve y lo alienta.
Quizás cuando dices "es más fácil encontrar las verdades en la ficción" te refieras a "Elephant", la película de Gus Van Sant sobre Columbine...
Pues no, desde luego no se le puede acusar a Michael Moore de ser objetivo, porque ni lo es ni lo pretende.
Bowling For Columbine me parece un documental muy interesante, y es que el tema no es para menos, y las entrevistas que va realizando a lo largo de la película tienen miga (todavía me dan escalofríos recordando a aquel tío que guardaba una pistola cargada debajo de la almohada... dios, que ojos de loco tenía), hasta el colofón final, con la entrevista a Charlton Heston.
Además, a parte del interés del tema de la película, y de todas las cuestiones interesantes que plantea, decir que se trata de un documental tremendamente entretenido.
A ver que tal Sicko. El tema del sistema sanitario americano ya salía a relucir en una parte de Bowling for Columbine, si mi memoria no me falla. Puede ser interesante.
Además de las entrevistas que cuentas, Marta, está esa "Historia del miedo americano" en dibujos animados, tan tendenciosa como divertida, que no deja de tener su punto de razón. Algún apunte había sobre la sanidad en USA, y el documental promete, puesto que Moore probablemente se moverá en la salsa que mejor le sabe (recomiendo la lectura de "Estúpidos hombres blancos"). Creo que las teorías más lúcidas, de todas maneras, las aportan Matt Stone (señalando con el dedo acusador a la educación primaria) y Marilyn Manson ("a más miedo, más consumo"). Uno de los momentos mñas chocantes es cuando se ve a una mujer de las Milicias de Michigan, con su niña pequeña, rodeada de tipos con armas y hablando de tomarse la justicia por su mano: todo un ejemplo de pedagogía familiar...
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