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UNA CIERTA MIRADA


A veces temo que, de tanta película que he visto (y olvidado), me acabe convirtiendo en uno de esos viejos críticos refunfuñones, eternamente soliviantados contra todo tipo de cine estrenado en los anteriores dos o tres lustros, y que tienden a ir al cine de modo funcionarial, con el chip analítico encendido, y con el del disfrute apagado. No por lo de “crítico”, que ni lo soy ni lo seré, sino por todo lo demás, cinéfilamente hablando. A veces, uno se olvida de que va al cine, simplemente, a disfrutar de una buena historia bien filmada; nada más, y también nada menos. Quizás, en ocasiones, son los propios cineastas los que se olvidan de esa perogrullada, y se acaban perdiendo en el fondo de sus egos, de los bolsillos de sus productores, de la mercadotecnia, o de la madre que trajo a los Weinstein (y les compró las tijeras). Pero no quisiera perder la ilusión por salir fascinado de una sala de cine, satisfecho por una experiencia cultural, convencido de haber mejorado como ser humano intelectualmente complejo al disfrutar del arte. A veces, por fortuna, uno consigue evadirse de cierta mecanicidad cinéfila, y vuelve, elementalmente, a sumergirse en una pantalla de cine. A mí me ha pasado con “El secreto de sus ojos”.

El otro día le comentaba a la Directrice que estaba siendo este 2009 un año sin películas memorables, o esa era mi sensación. Mis tripas sólo se han revuelto este año con “Revolutionary Road” y, especialmente, con “Déjame entrar” (vale, y con unos huevos revueltos más caducados que un disco de Albano y Romina Power). Hoy puedo añadir la última película de Juan José Campanella, “El secreto de sus ojos”, y eso justifica que me repita con el director argentino en tan breve espacio de tiempo. Puede que este extraordinario filme sea su proyecto más ambicioso, más elaborado, con más aristas. Supone un cambio de registro considerable, aparentemente, desde su habitual sentimentalismo más o menos agridulce; y sin embargo, el largometraje es fiel a sus principios vitales. La historia de amor está ahí, más soterrada y reprimida que nunca, refractaria al primer plano, pero está. Está el sentido del humor resignado y resultón que emerge de sus extraordinarios diálogos. Está el fresco histórico colgado en la pared trasera de la narración, en este caso la época pregolpe militar de 1976. Está Ricardo Darín, omnipresente en la filmografía de Campanella, SIENDO, más que interpretando, un personaje. Y a rebufo, está esa extraordinaria, casi milagrosa, capacidad de Campanella para sacar lo mejor de sí de todos sus actores y actrices, consiguiendo dibujar unos secundarios entrañables y de irresistible capacidad empática en dos trazos. Pero están unas cuantas cosas más.

Porque Campanella se zambulle en una historia de claro corte de suspense, y eso ya es, de por sí, una novedad. Un empleado de Juzgado Penal recién jubilado, Benjamín Expósito (Darín), decide escribir una novela basada en una experiencia personal ocurrida 25 años antes, un caso de violación y asesinato y sus dificultades para moverse entre el barrizal de corrupción, desidia y pesimismo vital de la época. Ese viaje al pasado acaba por dejar de ser un pasatiempo, y se convierte en una necesidad de cicatrizar heridas, y en más de un sentido; en este proceso es clave la que fue su jefa durante aquella época, Irene (Soledad Villamil), a quien acude Benjamín para revivir aquellos momentos. El inicio de la película (Benjamín escribiendo, y descartando, relamidos arranques de su novela) es una declaración de intenciones de Campanella: ché, esto no es “El hijo de la novia”. La estética del film lo corrobora: hay cámara en mano, hay una fotografía apagada, de tonos ocres, marrones, que en ocasiones recuerda a la enfermiza y majestuosa “Zodiac”. Eso no significa que no haya humor: el amigo de Benjamín, Sandoval (excelso, descomunal, Guillermo Francella), es un contrapunto perfecto, además de un robaplanos del carajo (ojo a sus contestaciones al teléfono en la oficina del juzgado, como esta: “Banco de esperma, buenos días. No, aquí no recolectamos, aquí repartimos. ¿Ud. qué quiere, dar o recibir?”. Pero ni él ni la relación sucintamente platónica entre Benjamín e Irene toman el mando de la narración, sino que complementan, a través de un guión fluido y envolvente, la historia principal de la búsqueda del asesino.

Hasta que llega el punto de inflexión del filme: un brutal, escandaloso, sorpresivo plano secuencia de nosécuantos minutos, que nos traslada desde una toma aérea de un campo de fútbol hasta la grada, para guiarnos hacia una persecución desaforada por los pasillos del estadio, para concluir con la cámara, en la mismísima hierba del campo, pegada al rostro de uno de los personajes. Todo un alarde técnico (por cierto, antes de que venga algún listillo: por supuesto que es falso. Por supuesto que habrá cortes. Da igual. ES CINE) absolutamente insólito en una película de habla hispana, y mucho más en Campanella, que nunca ha parecido mostrar demasiado interés por este tipo de pavoneo. Lo que pasa es que, al igual que en otras escenas de este tipo (pienso en la de “Snake eyes”, o la de “Hijos de los hombres”) le viene bien a la historia, no es gratuita, no es una secuencia “miraquélargalatengo”. Es, queda dicho, un punto de inflexión, a partir del cual las cosas, lejos de solucionarse, se complican. Quizás incluso demasiado: el único gran “pero” de la película es el final, o mejor dicho, los varios finales, que alcanzan la sensación de que no acaba de echar el cierre a la historia principal, por mucho que me guste la idea escogida. Se podría haber resuelto quince minutos antes de la misma manera. Y no digo más.

Por lo demás, una película muy por encima de la media, que permite al espectador entrar en ella y en sus personajes como Pedro por su casa, bien dirigida, dialogada, fotografiada e interpertada. Y, en cuanto a esto último, no puedo echar el candado sin referirme a Soledad Villamil, una actriz de ojos cautivadores y enorme naturalidad, que se prodiga demasiado poco por el cine (en parte, por estar desarrollando intereses musicales), y que está estupenda en “El secreto de sus ojos”. Un título que podría ser, perfectamente, un homenaje a Soledad.

7 comentarios:

ANRO dijo...

¡Nunca seas crítico, Marcbranches, y ten siempre abierto el corazón al disfrute!....¡Cómo despues de leer eso que acabas de escribir puede uno resistirse a no ver "El secreto de sus ojos"?
No me voy a dar de cachetes porque pienso verla, pero el sábado pasado cuando nos desplazamos a las Palmas a nuestro cine semanal, Lola prefirió ver la que acabas de postear y yo preferí ver "Malditos Bastardos". Las dos juntas no podían ser.
Estoy de acuerdo que 2009 no ha sido muy bueno, pero te has dejado algunas pelis interesantes en el teclado. Lola y yo hemos salido muy emocionados con por ejemplo "The Visitors", "Revolutionary Road"(que comentass), "Los limoneros", la que yo comentaba hace unas semanas "El año que mis padres se fueron de vacaciones"...en fin no es para tirar voladores pero hay unas cuantas.
Hoy has mostrado tu lado bueno y sensible....mañana ya veremos. Puede ocurrir cualquier cosa.
Un abrazote.

marcbranches dijo...

¡¡¡¡¡"The visitor"!!!!


¡Gracias por recordármela, hombre, no había caído! esta es otra de las que añado a la saca de "this year's best". Joder, si creo, si no me equivoco, que te la recomendé yo...

Por cierto, cada vez que alguien se emperra con mi "lado bueno y sensible" me entran ganas de escribir un post sobre "Necromantic 2". O sobre "El nardo de Ricardo". Así que no me provoquen... Saludos, joven.

Rick dijo...

No me va a mi mucho el cine de Campanella, pero esta película parece tener elementos para mi atractivos, así que la veré pese a que tampoco tengo mucho feeling con Ricardo Darín (solo me entusiasmó en Nueve Reinas, donde lo descubrí y una de las mejores películas argentinas que he visto en mi vida -Bielinsky me pone más que Campanella-).

PD: Yo de 2009 salvaría también a Watchmen. Además Revolutionary Road es del 2008 solo que en España se estrenó en 2009 como la mayoría de películas de los Oscar, y contando estas si que habrían más para mencionar (Benjamin Button, El luchador...)

ANRO dijo...

Sí señor, recomendada por usted. Lo más grande es que me quedé tan fascinado por la historia que Lola no se olvidó y me regaló un tambor igualito al del protagonista para mi cumple. No se si me estaba insinuando que me largara a Central Park a darle a la badana.
No te prives, hombre no te prives, dale a tu lado oscuro que eso es bueno. Hace unos días reproducía una frase de Max "Si a un hombre le quitas su lado oscuro, su lado femenino y su parte sabia ¿qué le queda?
En fin.
Un abrazote.

marcbranches dijo...

Rick, siento discrepar con "Watchmen". No es mala, pero tiene un problema de enfoque que la empuja a ser un film farragoso y muy, muy descompensado. Sé que "Revolutinary Road" es del 2008; he metido en el saco las que se han estrenado en España en 2009. Lo cual dice que incluyo las finalistas al Oscar, que, siendo buenas (o muy buenas), no me han impactado, quizás con la excepción de "El luchador", que de todas maneras ha perdido un poco en el revisionismo de mi memoria. Saludos.

Anro, ¿de verdad La Lola te regaló un tambor? ¿Pero los de tue dad no os dedicáis a "inspectores de obras y construcciones", o, en su defecto, al noble arte de la petanca? Anonadado me hallo. Saludos.

Anónimo dijo...

Alberto Q.
www.lacoctelera.com/traslaspuertas

Una obra redonda de Campanella, sin duda. Me encantó en líneas generales todo lo que rodea a la película: historia, actores, etc...

PD: estoy de acuerdo en lo de defender REVOLUTIONARY ROAD, que me pareció también grandiosa.

marcbranches dijo...

Así me gusta, Alberto, que sigas las directrices del maestro. Llegarás lejos. Saludos.

 
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