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Weblog dedicado al mundo del cine, tanto clásico como actual. De Billy Wilder a Uwe Boll, de Ed Wood a Stanley Kubrick, sin distinciones. Pasen, vean y, esperemos, disfruten. Si no es así, recuerden que NO han pagado entrada.
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DE SALANDER A WALLANDER



¿Os habéis fijado que estamos sufriendo una lenta, sutil, pero imparable invasión vikinga? Sin duda su principal estrella es una joven hacker con piercings y tatuajes, pero ahí están también Déjame entrar, y a esta moda tendría que añadirse la adaptación televisiva del que es considerado el Sherlock Holmes de los países nórdicos: Kurt Wallander.

Wallander es un personaje creado por Henning Mankell (que está casado con la hija de Ingmar Bergman, lo que añade más pedigrée a su historial) y sus obras han tenido un éxito enorme, aunque en España sean mas bien desconocidas. Su personaje central, el inspector Wallander, está muy lejos de los típicos héroes de acción: es un hombre maduro, ya con sus michelines y papada, ha pasado un divorcio traumático, tiene un carácter melancólico y cada vez le cuesta más entender la sociedad en la que vivimos.

Las novelas de Mankell en realidad tienen bastante en común con las de Larsson (en realidad más bien sería al revés), ya que ambas muestran que tras los muebles de IKEA, o los Volvo algo huele a podrido en los países escandinavos; serán los más altos, rubios, modernos y todo lo que queráis, pero el mal también habita en el paraíso, y eso es lo que desmoraliza constantemente a Wallander.

No puede hablarse de una serie al uso, ya que la primera y segunda temporada tan sólo han tenido tres episodios, cada uno de hora y media de duración, con casos totalmente independientes, por lo que casi podrían considerarse como películas.La belleza de los paisajes naturales contrasta con la sordidez de los relatos, con escenas visualmente tan hermosas como la de una muerte en un campo de girasoles. No abundan los actores conocidos, a excepción de Branagh como el protagonista y unas breves apariciones de David Warner haciendo de su padre, pero todos ellos tienen la habitual competencia y profesionalidad británica a prueba de todo.

Dada la popularidad del personaje, era importante encontrar alguien que lo interpretara adecuadamente, sin defraudar a los seguidores. No sé cómo lo hizo el actor sueco que protagonizó otra versión de la serie, pero Branagh está muy contenido y muy bien, resultando especialmente convincente en sus escasos estallidos dramáticos. De todos los episodios, el que más me gustó fue el segundo, Cortafuegos, sobre un grupo de hackers (no, no aparecía Lisbeth), siendo el más flojo el primero, ya que era más convencional.Porque si alguna pega se ha de poner a esta serie, que está claramente por encima de la media, como atestiguan sus premios, es su falta de innovación, aunque eso no impide disfrutar de ella. Lo dicho: ¡que vienen los suecos!.
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ME LLAMO BOURNE, JASON BOURNE





Para los que creen que los remakes son siempre peores que el original, hay algunas excepciones que no lo confirman: La cosa o La mosca -por ejemplo-; pero no sólo eso, en ocasiones el remake supera de tal modo al original que se convierte en una saga. Poca gente recordará un telefilme llamado El caso Bourne, con Richard -lifting- Chamberlain; lo que nadie podía imaginar es que daría pie a una de las mejores trilogías de los últimos años, la de Jason Bourne.

Que un director especializado en documentales como Greengrass diera el salto a un blockbuster de acción podía resultar sorprendente, pero lejos de ello lo que hizo es dar un realismo a la historia que le favorecía mucho. Vale que la primera entrega la rodó Doug Liman, pero hasta el propio Damon reconoce que tan sólo rodaría una nueva entrega si Greengrass estuviera en el proyecto.

Un muchacho es encontrado herido de gravedad en alta mar; tiene amnesia y no recuerda absolutamente nada de su pasado, ignorando quien es. Sus problemas empiezan cuando descubre que es Jason Bourne, un asesino a sueldo del gobierno para los asuntos sucios. No es coincidencia que Jason Bourne y James Bond tengan las mismas iniciales, pero sin embargo los dos son muy distintos: mientras Bond disfruta siendo una máquina de matar y ligando sin parar, Bourne tiene remordimientos, no le gusta matar a los indefensos, es absolutamente monógamo, y su novia no tiene nada de chica Bond. No usa ingeniosos gadgets, ni coches espectaculares, ni tiene esa sofisticación canalla del agente 007; a cambio domina las últimas tecnologías y corriendo puede ser tan letal como con un deportivo.Los dos viajan mucho, pero ahora no se busca el exotismo.

Otra de las principales diferencias es que Bourne, una vez ha descubierto quien es, y ha comprobado que no le gusta nada, decide abandonar la organización, y sacar al aire todos sus trapos sucios; algo totalmente impensable en el mejor agente al servicio de Su Majestad.

Aunque las tres películas forman un conjunto totalmente sólido y coherente, casi que mi favorita es la última, El ultimatum de Bourne. Si en todas la acción es fundamental, aquí es adrenalina pura,magníficamente rodada de principio a fin, sin dejar un respiro al espectador.

Matt Damon encontró a uno de sus mejores personajes; su juventud y aspecto de chico bueno no le impiden ser frío y despiadado cuando hace falta, pero además el reparto que ha participado en toda la saga es absolutamente deslumbrante: Joan Allen, Chris Cooper, Brian Cox, Clive Owen, David Stathaim, Albert Finney... Además, si Bond tenía una sintonía que le identificaba, Bourne tiene Extreme ways, lo que termina de demostrar que Bourne es el Bond del siglo XXI. ¿Inconveniente? Que cuando Damon y Greengrass han vuelto a trabajar juntos, todo el mundo lo que ha esperado es un nuevo Bourne, y Bourne -como Bond- sólo hay uno.
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SESIÓN GORE DE PSICOANÁLISIS




Hay cosas que resultan totalmente lógicas y previsibles. Que alguien tan obsesionado por el poder de la palabra, el teatro y el psicoanálisis como Mankiewicz hiciera De repente, el último verano, era sólo cuestión de tiempo.

De una de las obras más extrañas e inquietantes de Tennessee Williams, se hizo una adaptación que capta perfectamente el espíritu de la obra, y eso era bastante difícil, ya que lo exagerado y truculento de la historia hacían que en manos de otro hubiera rozado el absurdo, ya que mezclar homosexualidad, canibalismo, la búsqueda de Dios y una lucha de clases muy "sui generis" podía ser demasiado (de hecho estuvo censurada en España,cosa rara).

Nos encontramos ante un auténtico duelo entre dos mantis religiosas: la Sra. Venable (Katharine Hepburn), y Catharine(Liz Taylor). Son muy distintas: una es culta y refinada, y la otra sensual e impulsiva, pero ambas tienen una personalidad fuerte y cada una a su manera ha luchado por dominar a un hombre, Sebastian, aunque en realidad él las manipuló a ellas.

La verdad es que el blanco y negro le sienta muy bien a la película; el blanco del luto de la Sra. Venable, el del cielo cegador del verano, o el irreal invernadero sólo podían haber sido fotografiados así. Hacían falta dos grandes actrices para las protagonistas, y Mankiewicz no sólo las encontró, sino que añadió otro as a la partida. Montgomery Clift como el doctor que se tiene que enfrentar a las dos mujeres. La idea de que interpretara tanto al doctor como a Sebastian (aunque nunca se le llegue a ver el rostro) también está bien pensada, ya que en realidad tenía más del segundo que del primero, pero ambos tienen en común la fascinación que siente por las dos mujeres, inclinándose finalmente por la más joven y carnal (tonto no era).

Katharine la Grande está sencillamente perfecta, y es absolutamente fascinante ver cómo, tras oir la confesión final, en unos segundos envejece ante nuestros ojos. Aunque la supera Hepburn, como era de esperar, Liz Taylor ya tenía experiencia en interpretar papeles de Tennessee Williams, y estaba en su apogeo físico, con lo que mantiene el tipo ante Katharine, que no es poco, y además nos obsequia con algunos de sus más bellos primeros planos.

Afortunadamente, la presencia de estos tres monstruos no consigue anular al resto del reparto, ahí están Mercedes McCambridge como la débil y rastrera madre de Catherine, y su ambicioso hijo, o las escenas en el centro psiquiátrico, que ganan en fuerza dramática visual, imposible de conseguir en teatro. Una obra desmesurada y cautivadora, para disfrutar una noche de verano... a la sombra.
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BURTON EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS



"Beware the Jabberwock, my son!
The jaws than bite, the claws that catch!

Jamás se habría podido imaginar Charles Dogson que lo que fue un mero pasatiempo para Alicia Liddell y sus hermanas se convirtiera en todo un fenómeno cultural. Sus hábiles juegos de palabras (una tortura para un traductor),sus acertijos lógicos,la forma de burlarse del sistema de educación victoriano, así como el modo de enfrentar un mundo de fantasía frente a una realidad grís, rígida y aburrida han hecho que generación tras generación caiga fascinada por el encanto de Alicia en el país de las maravillas.

Ha habido muchísimas versiones de su obra, y de todo tipo, desde las que respetaban fielmente el texto, a las que la convertían en un sanguinario juego de ordenador, o una serie de ciencia ficción, pero sin duda la que más expectación ha causado es la de Tim Burton con Alicia, alguien con una imaginación tan poderosa como la de Carroll.¿Qué se podía esperar del cruce de dos personalidades así?

Pues bien,aún hemos de añadir otra personalidad más a la lista. Walt Disney hizo una versión en dibujos animados de la historia, y aunque falleció su estilo sigue siendo invariable. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, que diría Pedro Navaja , y si hace años Burton se fue de los estudios Disney por ser demasiado "oscuro" y "rarito", ahora vuelve a ellos como un triunfador. Pero aún así se han de dejar las cosas claras: por muy Burton que sea, estamos hablando de una película Disney, así que nada de pasarse de listos.

Más que una adaptación, deberíamos hablar de una versión-homenaje, que retoma los personajes tanto de Alicia en el país de las Maravillas como de Alicia a través del espajo, hasta mezclando alguno, como la Reina de Corazones y la Reina Roja, y los envuelven en una nueva aventura, con una Alicia que ya no es una niña, sino una jovencita a punto de prometerse, pero que no termina de encontrarse a gusto en la sociedad victoriana y de hecho ha olvidado todo lo que pasó en el País de las Maravillas.

Todos sabemos que el punto fuerte de Burton es su poder visual y la cuidada y perfecta ambientación de sus películas. Aquí podía lucirse, aunque su imaginario es mucho más oscuro y gótico que el de Carroll, pero ha tenido el buen gusto de dejarse influir por las ilustraciones de Tenniel, como puede verse con el Galimatazo. Eso no impide que se haya tomado algunas libertades, como la cabeza de la Reina Roja, el aspecto colorista y apayasado del Sombrerero Loco, o los ligeramente siniestros Tararí y Tarará.

¿Y Disney? Bueno, queda un entretenimiento para toda la familia,un lirón que podría ser Mickey y una reina Blanca que se mueve como una típica princesa Disney.

¿Pero queda algo de Carroll? Aparte de los personajes y algunos juegos de palabras, o el placer de poder escuchar a Johnny Depp recitando una estrofa de El galimatazo,poca cosa más, pero por supuesto sin nada de la carga subversiva de la obra original. No puede ponerse ninguna objeción a la selección de voces: Christopher Lee, Michael Sheen, Stephen Fry o Alan Rickman, pero al final ha quedado un resultado que no es ni Burton, ni Carroll ni Disney, quizás debido a que cada uno de ellos tiene una personalidad propia muy definida acaba siendo una especie de "tierra de nadie"... o tal vez sean las gafas 3D.
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LA FORZA DEL DESTINO, MICHAEL




Creo que a estas alturas ya debéis saber que soy una acérrima fan padrinera, y por supuesto no podía faltar en la minisección de cine-ópera esta joya con la que Coppola nos obsequió a todos en El padrino III, la parte más desencantada y shakespeariana de la saga. En varias ocasiones (El padrino incluido) Coppola ya había jugado mezclando escenas musicales con otras dramáticas y de violencia, pero nunca consiguió un resultado mejor que en esta ocasión. Un aventenjado Michael Corleone, que quiere conseguir una apariencia de respetabilidad, ve como todos sus planes se van abajo; entre ellos, el que su hijo le salga rana y quiera ser cantante de opera. Van al estreno de La caballería rusticana (que casualmente trata sobre la vendeta), y los sucesos se suceden a un lado y otro del escenario, haciendo difícil distinguir cual es la auténtica representación. Ver cómo Talia Shire se convierte en una implacable y latina lady Macbeth es una gozada, pero no la única maravilla de esta larga escena, que acaba con uno de los gritos más desgarradores de la historia del cine: el de Michael ante la muerte de su hija. Tan sólo sentaos y disfrutad.
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YO FUI DE COPAS CON UN ZOMBI



Mi novio es un muerto. Se limita a estar todo el tiempo sentado frente al sofá, viendo la tele o jugando a la playstation, y de ahí ir al pub del barrio, para tomar una cerveza con su amigote, que lo único que sabe hacer bien es imitar al mono de Duro de pelar, y eso un día, tras otro, tras otro…Pero yo soy joven, tengo ganas de ver cosas nuevas, de modo que le he hecho un ultimátum: o cambia o le dejo.

No, no os habéis equivocado y esto no es El diario de Patricia. Aunque lo que dice Liz lo podrían suscribir multitud de mujeres, es el punto de partida de Zombies party, el castizo título que le dieron a Shaun of the dead, una divertidísima parodia de las películas de muertos vivientes, que sirvió para descubrir al equipo Pegg/Wright/Frost, del que ya os hablé al comentar Arma fatal, otra película que no os podéis perder.

Pues bien, después de que Liz le haya dado el ultimátum a su novio Shaun, tendrán que enfrentarse a la mayor aventura de su vida…, que es ni más ni menos que ir al pub para refugiarse de los zombies que lo están invadiendo todo.

Una de las principales normas de la parodia es tener suficientes elementos que sean reconocidos por el espectador, y esto se cumple perfectamente en la película, con detalles recurrentes como el típico susto por alguien que aparece por detrás sin avisar –por ejemplo-, pero se corre el peligro de que los propios personajes se conviertan también en una parodia, no siendo creíbles, aunque éste no es el caso, ya que están lo suficientemente bien dibujados como para que el público se identifique con ellos: los problemas de Shaun (Simon Pegg) con su novia, la incapacidad de ver la realidad de su madre (ya sea que la relación de su hijo y su esposo no es buena, o que su marido se ha convertido en un zombi), los celos de la amiga de Liz… el neardental que interpreta NIck Frost.., todo ello regado con impagables notas de humor, como por ejemplo el ensayo para hacerse pasar por zombis, o el repertorio de armas domésticas que usan,.entre los que se cuentan discos (aunque se entretengan a hacer una selección) y un montaje frenético

El final no puede ser más divertido y políticamente incorrecto, con los zombis convertidos en mano de obra barata, y Liz y Shaun condenados a no salir prácticamente de su casa, aunque ya lo tengan perfectamente asumido… al fin y al cabo ha conseguido lo que siempre quería: pasarse el día tranquilamente ante el sofá. .
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PARA QUEDARSE HELADO




Ya he hablado en otras ocasiones de las relaciones de cine y publicidad, son dos medios que se necesitan mútuamente y se mezclan contínuamente. No me gusta hacer progaganda de ninguna marca, y como soy un bicho raro que no ve la televisión, igual estais hartos de ver este anuncio -no lo sé; si es así lo siento-, pero cuando se juntan Bryan Singer y Benicio del Toro, años después de Sospechosos habituales, con la excusa de un falso trailer de una película de acción de ladrones de guante blanco, como mínimo creo que la cosa merece verse. Otra cosa es que el Che se revuelva en la tumba viendo a su doble vendido al capitalismo... Pero eso es otra historia.
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LOS DUELISTAS



Frost/Nixon trata de uno de esos momentos que hacen historia, incluso cuando nadie se esperaba que fuera a ser así; no la historia que aparece en los libros, sino la que realmente recordamos al cabo del tiempo.

Tras el escándalo Watergate, que costó la dimisión de Richard Nixon, había una cierta insatisfacción, dado que el presidente en ningún momento admitió su culpabilidad, y Gerald Ford lo terminó de “arreglar” concediéndole un indulto; pero cuando parecía que ya todo estaba perdido y ya no se iba a conseguir nada, la persona que menos se imaginaban consiguió lo impensable: que el ex presidente dijera “ sí, he pecado”.

Con el formato de un falso documental, se nos muestra todo el proceso que llevó a la realización de la entrevista televisiva de Nixon por David Frost. Dos personas con más puntos en común de lo que puede parecer a simple vista: Frost era un locutor popular y mujeriego, no era un entendido en política, pero deseaba a toda costa que se le considerara un presentador “serio” y dar el salto a programas mucho más ambiciosos. Nixon sabía que esa era su oportunidad para preparar su regreso a la política, y –tal vez- recuperar la presidencia. Como dice Nixon en una reveladora conversación telefónica, los dos buscan lo mismo, pero sólo uno de ellos podía ganar.

Con las cosas así, la entrevista acabó convirtiéndose en una especie de partido de boxeo, en el que ambos cometieron el error de infravalorar a su adversario. Frost pensaba que a la primera conseguiría una confesión en toda regla de Nixon, y éste que al tratarse Frost de un locutor con tan poca experiencia en entrevistas políticas, sería fácil de manejar. Además, demuestra ser un experto en guerra psicológica, y antes de cada grabación le dice a su contrario una frase “off the record” para desconcertarle. Por eso, cuando en la última grabación, Frost hace lo mismo con él, sabemos quien va a ser el ganador final.

Hacían falta dos buenos actores para aguantar este duelo, y tanto Michael Sheen como Frank Langella están en muy buen nivel, repitiendo los papeles que interpretaron en Broadway. Sheen se estaba convirtiendo en el actor del momento tras La reina, y parece sentirse especialmente a gusto en películas que tratan temas políticos. Langella hace un gran trabajo tanto físico como de voz, de un Nixon acomplejado por su falta de carisma, pero de una mente rápida y astuta.

Lo mejor que puede decirse de la película es que no parece que sea de Ron Howard, y cuenta con secundarios de lujo como Toby Jones o Oliver Platt, aunque están más bien desaprovechados, a excepción de una escena de Platt. Curiosamente, la presencia de Kevin Bacon recuerda otro duelo entre un joven inexperto y un todopoderoso superior, haciendo que esperemos que en cualquier momento se diga “¿Ordenó un código rojo, señor presidente?
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MI ANGEL DE LA GUARDA VE DOBLE



Hace pocos días del centenario del nacimiento del llamado “emperador”, el gran Akira Kurosawa, y como homenaje he elegido una de sus películas que no es de las más famosas, pero que ya dejaba ver claro cual iba a ser su estilo, pese a que fue una de las primeras, pero que supuso un cambio en su trayectoria.

El ángel borracho trata sobre un médico, Sanada (Takashi Simura), que es un gruñón borrachín, que una calurosa noche de verano un paciente, Matsunaga (Toshiro Mifune), llega diciendo que se ha clavado un clavo en una mano al darse un golpe con una puerta. El doctor no es tonto y enseguida descubre que se trata de la herida de una bala, pero lo que le preocupa más es cómo tose, ya que podría ser tuberculosis, pues abunda por la zona debido a las condiciones poco sanitarias del barrio.

Matsunaga es un gansgter y no hace caso de los consejos del doctor; cuando le confirman que está enfermo se derrumba (mucha pinta de machote, pero a la hora de la verdad…), y a partir de ahí se establece una peculiar relación entre médico y paciente: una y otra vez Sanada le aconseja que cambie su forma de vida, y una y otra vez se enfada con él a la que ve que no lo ha hecho.

Una ciénaga apestosa es usada varias veces como metáfora, no sólo de Matsunaga, ya que su enfermedad no sólo es física sino también moral, sino de todos los que viven en el barrio,lleno de pobreza. Como muy bien le dice el doctor a Matsunaga, nunca podrá curarse si no cambia de entorno.

Y ahora vayamos a las que serían las constantes de este director; aparte de que aquí trabajó con sus dos actores favoritos (Mifune y Simura), está la relación de maestro/alumno que también aparece en muchas de sus películas, la climatología es una de los elementos dramáticos de la historia, y por supuesto el humanismo lo impregna todo: Sanada no es un hombre perfecto, ni mucho menos, tiene demasiado mal genio y su afición por la bebida no es nada ejemplar, pero se preocupa por la gente, convirtiéndose en un ángel de la guarda para sus pacientes, como muy bien demuestra la escena en la que le llaman por la noche para atender a Matsunaga, y él no para de protestar diciendo que no piensa ir, pero su mujer sin decir nada ya se ha puesto a prepararle todo, porque le conoce y sabe que acabará yendo a cuidarle.

En la parte interpretativa, el que sale mejor parado es Simura, totalmente convincente y entrañable en su papel; en su primera colaboración con Kurosawa, Mifune demostró que era una presencia impresionante, dotando un atractivo al personaje que ni siquiera el director había imaginado. Aún así se nota un poco la falta de experiencia de Kurosawa, en escenas como la de un frenético baile o la de un sueño, que han quedado anticuadas, pero la película sigue siendo una buena muestra de cómo sería la carrera de un gran director.
 
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